Decidí ir a una iglesia, y le comenté a mi pareja que Dios me estaba llamando, y que debía buscarlo. Ella, por el cariño que me tenía, aceptó acompañarme. Cuando llegué, genuinamente me arrepentí de mis pecados y de haberme alejado de Él. Al hacerlo me sentí como la oveja perdida del rebaño de las cien, mi vida se llenó de paz y decidí cambiar muchos malos hábitos con la ayuda de su Espíritu Santo. Fue una experiencia real, y allí comencé mi camino de conocerlo y amarlo.
Conforme pasaron los meses, sabía que no era correcto estar unido a una persona sin casarse. Tuve el honor de conocer al pastor “Guayito” Eduardo Palacios Lima, quien ya partió a la presencia del Señor, y él me motivó a casarme. Decidí hacerlo rápido, en el lapso de un mes, porque ya vivíamos juntos, para comenzar a ordenarnos.
Así, todo comenzó a cambiar en nuestras vidas. El Señor nos empezó a corregir y guiar, y mi relación con Él se fue haciendo más cercana. Me encantaba orar, leer su Palabra, ir a la iglesia, adorarle y derramar mi alma ante Él. Haberme acercado será siempre la mejor decisión que he tomado en toda mi vida...
Armando Vargas de Ciudad de Guatemala, Guatemala