“Amor, la casa se está incendiando un poquito, pero tranquila, que Dios está con nosotros” dijo Marcelo a su esposa

Ese 23 de mayo, como todos los días, Rosana salía temprano a su trabajo, era una mañana nublada. Más tarde, Marcelo, al ver las primeras gotas, dudaba si llevar o no a sus hijos a la escuela. Finalmente decidió llevarlos, luego fue a mostrar un departamento y regresó a su inmobiliaria, que se encuentra al lado de su domicilio. Un día normal de la familia Bennato.

Lloviznaba y mientras Marcelo atendía clientes, entró una persona muy tranquila, e interrumpiendo dice: “disculpe, pero quería avisarle que de su techo está saliendo humo”.

Desesperación por unos segundos

Marcelo salió corriendo los pocos pasos que separan su oficina de la casa, y vio que efectivamente salía humo del techo. Debe ser algo pequeño pensó y buscó la llave para entrar. Al abrir la puerta, todo era humo. Dudó por un momento si entraba de todas maneras, a tratar de ver y apagar el incendio, pero era imposible ver algo dentro por ese humo negro denso, que casi parecía una pared, llegó la desesperación desde que buscó el teléfono, hasta que llamó a los bomberos.

La paz en medio de la tormenta

Luego de llamar a los bomberos, puso todo en manos de Dios, recordó que “todas las cosas ayudan a bien …" y llamó a Rosana: “Amor, la casa se está incendiando un poquito, pero tranquila que Dios está con nosotros, ya llamé a los bomberos y están llegando“.

Rosana dejó lo que estaba haciendo y tomó un taxi hacia la casa. En el camino mensajeó al pastor de la iglesia Robert Acosta del Centro Cristiano de Avivamiento, donde se congregan.

Al llegar, ya estaban tres dotaciones de bomberos trabajando, se dieron la mano y hablaron con paz en el corazón.

En la foto Marcelo y Rosana tomados de la mano bajo la lluvia, mientras los bomberos siguen trabajando (Foto publicada en el Diario Norte)

 

Los vecinos se asombraban de verlos tan tranquilos y varios preguntaron ¿Cómo están tan tranquilos? “Dios está al control. Si hay que volver a empezar, se vuelve a empezar, con Él todo, sin Él nada”, era la respuesta.

El pastor Acosta llegó minutos después, alentándolos en esa situación y orando con ellos.

Cuando los bomberos terminaron su trabajo, el panorama era un tanto devastador, muebles, electrodomésticos, paredes, instalación de luz y agua destruidos. Pero Dios dejaba sentir su presencia y había paz.

La reacción de los niños al llegar de la escuela

Los hijos varones reaccionaron bien, contentos “¡yupi! ¡Vamos a tener que ir a lo de la abuela hasta que se arregle esto!” dijeron; la niña con una sola preocupación “¡uy, lo que le va a costar limpiar esto a Ana!” se lamentó.

 

Dios tenía otros planes

El día del incendio, el pastor, en forma profética, dijo que no se preocuparan, que pronto todo estaría arreglado, mejor que antes y no les costaría dinero. Marcelo pensó en ese momento ¿será que el pastor me está diciendo que la congregación va a arreglar mi casa?

Ése mismo día, junto a un matrimonio de la iglesia, en medio de la lluvia, empezaron a desmantelar y tirar lo consumido por el fuego. Amigos preciosos que estuvieron allí para apoyarlos.

Si bien la iglesia como familia de fe acompañó a los Bennato. La congregación pagó los albañiles por una o dos semanas. Otros hermanos albañiles regalaron su trabajo durante algunos días, otros enviaron artículos de limpieza, ayudaron con el lavado de las prendas, limpieza, todo lo cual fue de gran bendición, el avance no ocurría con la rapidez que esperaban y necesitaban y era mucha la restauración que había que hacer. Marcelo seguía pensando “¿Cómo será que Dios va a hacerlo?”

Rosana contó "limpiamos las paredes con hidrolavadora, con agua lavandina, luego de sacar el ollín porque es muy penetrante.  Las paredes se debieron pintar cinco veces en las paredes. Y la joven de la pinturería de la esquina, que era donde comprábamos la pintura, me dijo ¿ cuántos litros van comprando? Allí comenzamos a contar cuántos tachos habíamos comprado y fueron más de doscientos litros y nos asombrábamos. Eso me permitió predicarle lo que Dios había hecho en nuestras vidas. No nos generó deuda, comprábamos la pintura en cuotas, pero Dios nos daba sabiduría para comprar todo. Más allá de que la casa estaba desarmada,  mi hijo fue abanderado en la escuela, seguían con sus clases de piano, danzas o de capacitación ministerial. Nada se alteró en nuestras vidas y aún seguíamos sirviendo.

 

...Y Dios comenzó a responder

Una mañana, mientras sacaban escombros, Marcelo pensó “ya que no están los muebles se podría aprovechar para hacer un nuevo desagüe pluvial“ pero los caños costarían unos cinco mil pesos, en ese momento llegó un vecino con un sobre, y dijo esto es para vos y eran exactamente cinco mil pesos.

Luego pensó “ya que vamos a romper el piso, podríamos aprovechar para levantarlo”, porque son malos los desagües de esa zona de la ciudad. Pero los materiales saldrían treinta y siete mil pesos. En ese momento un familiar llamó para avisar que había depositado esa suma en la cuenta. Los compañeros de trabajo de Rosana, les regalaron la suma que correspondía al cableado eléctrico nuevo. Otros familiares también trajeron dinero.

Incluso, una hermana de otra iglesia en la cual anteriormente se congregaban, ocupó de sus días libres en vacaciones para pintar junto a Rosana las paredes. "Pintamos con mi amiga, los chicos y mi esposo" cuenta Rosana.

Y siguieron las “coincidencias”....

Pero para que no quede duda: comenzó a multiplicarse el dinero.

Marcelo y Rosana pagaban los materiales, a los albañiles, y el dinero no se acababa y no sólo eso. Algunos de los hermanos albañiles decían que el dinero que les pagaban por su trabajo, también les “rendía el doble de lo normal o se multiplicaba”.

Un día en particular, por ejemplo, Marcelo tenía contado el dinero y le faltaba para pagarle a dos de los hermanos albañiles, pero fue pagando uno a uno y sorpresa, les pagó a todos y aún sobró dinero.

En medio de todo esto, Marcelo y Rosana no dejaron de ayudar a otros hermanos y bendecirlos y tampoco dejaron de servir en la iglesia infantil y otros ministerios.

Pase lo que pase...

Como resultado de este incendio se puede decir que antes del incendio, hacían números para ver si les alcanzaría para pintar la casa.

Al final, además de pintar toda la casa, levantaron el piso de la casa, cinco centímetros, cambiaron los pisos, revocaron las paredes, hicieron instalación eléctrica nueva, cambiaron electrodomésticos, hicieron muebles de cocina nuevos, puertas y hasta todo el baño completo de la planta baja, a nuevo, y todo esto, sin que su economía familiar se vea afectada, ni generándosele deuda alguna.

Dos años después, tienen una casa más cómoda, prácticamente han repuesto todo lo perdido.

Dios obró en la vida y la economía de Marcelo y Rosana Bennato de manera sobrenatural. Si bien no les importaba si la tenían, en qué estado estaba, o no, Dios ha completado su obra, no sólo restaurando, sino mejorando la anterior.

El Espíritu Santo ha obrado en sus vidas, con su Paz inigualable en medio de la tormenta, sosteniéndolos como familia, prosperándolos también en el área espiritual.

Continúan profundamente agradecidos, primero con Dios, por haberlos sostenido en todo momento; como así también, con su familia, que los albergó, cuidó y apoyó económicamente, con los amigos y hermanos de la familia de la fe, por su trabajo, su favor, por ese abrazo y llamado oportuno, con los compañeros de trabajo, vecinos, y tantos otros que colaboraron, sabiendo, además, que Dios los recompensará a su tiempo.

Y se confirma una vez más lo que dice la Palabra de Dios “a los que aman a Dios, todas las cosas ayudan a bien”, siendo su casa, un exponente de la Gloria de Él. Como dijo el pastor Robert Acosta ese día..

Editora del Sitio
"Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar. Sobre ti fijaré mis ojos..."

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