Llevaba unos años trabajando con Luis Palau. Y era todo un honor. Yo había sido honrado con el cargo de Director de Medios Masivos. Llegar a un país para predicar el Evangelio era el preludio de varios días apasionantes, con mucha adrenalina. Es que, a diferencia de lo que mucha gente creía, que la visita del gran evangelista a una nación significaban dos o tres noches de predicaciones masivas y el regreso, la tarea a desarrollar era mucho más amplia y el impacto era mucho mayor.