Deuteronomio 8:4-5 “En todos esos cuarenta años, la ropa que llevabas puesta no se gastó, y tus pies no se ampollaron ni se hincharon. Ten por cierto que, así como un padre disciplina su hijo, el Señor tu Dios te disciplina para tu propio bien”.

El Señor también quiere corregirte, enseñarte, instruirte; no para que sufras, sino con el propósito que recibas todas sus bendiciones: protección, sanidad de tus enfermedades, recursos materiales sobrenaturales, paz en tu interior y familia.
Deja atrás tu desierto, comienza una nueva etapa en tu vida obedeciendo al Señor.

Ora así: Padre Dios, perdona mis rebeldías, decido obedecerte. Hoy pongo mi vida y familia bajo tu cuidado. En el Nombre de Jesús, amén.
Bendecido Martes!