Prestaron su declaración para apoyarlo una docena de primeras figuras de ese deporte entre quienes están Gabriela Sabatini e Iván Lendl, ex Nº 1 del mundo.
En el año 1988, siendo muy joven, Pérez Roldán llegó a estar Nº 13 del Circuito de la ATP.
En una oportunidad en que estuvo a punto de ganarle un partido a Rafael Nadal, pero que luego perdió, su padre lo esperó en el vestuario y le arrancó, a trompadas, varios dientes.
Abrumado por tanta violencia, debió abandonar su carrera estando en el pináculo de la fama.
Y como si eso fuera poco, relata que ganó millones de dólares que depositó en Suiza y que su padre los hizo desaparecer para siempre.
La serie se llama “Guillermo Pérez Roldán confidencial”. Allí también reflexiona sobre las bárbaras presiones que sufren talentos infantiles y juveniles por parte de sus padres. Toda esta historia que relatamos se puede googlear.
Otro caso: Tengo un amigo que presionó tanto a su hijo en la secundaria, en la universidad, en el importante equipo de básquet para el que jugaba, que sucedió lo que se veía que pasaría.
Era un padre perfeccionista (el perfeccionismo puede ser una virtud o convertirse en una enfermedad). Si su hijo sacaba un 8 le gritaba “inútil”. Si un día no jugaba como un atleta de la NBA perdía los estribos en el propio estadio, durante el partido. Era insoportable.

Nunca quiso oír a quienes le repetían que tenía un hijo excelente y que debía cambiar su actitud. A los 19 años el muchacho se fue de la casa y no lo habló nunca más.
Hay personas a las que les suceden episodios que, claramente, uno puede anticipar. La vida se les cae encima y no toman medidas. Repiten y repiten el error. Los traiciona su empecinado orgullo.
Cuando un día cambian de rumbo ya es tarde: sus vidas están destruidas. Y muchas veces sus familias.

Debemos atender a lo que nos dice el sabio Salomón en Proverbios: “El avisado ve el mal y lo evita, más los simples (los cabezasduras) pasan y llevan el daño” Prov. 27:2.
Esto no solo pasa en el deporte, ocurre en todos los órdenes de la vida.
No tienes que esperar a que todo se caiga para comenzar a pensar en un cambio.
No tienes que ser buscado por la policía por evasor para recién pagar los impuestos. O que tu mujer se vaya de la casa, para recién dejar de golpearla.
Los sabios corrigen antes de la tormenta.
“Con el temor de Dios los hombres se apartan del mal” Prov. 22:3
“Padres, no irriten a sus hijos para que no se desanimen". Colosenses 3:21
Por Marcelo Laffitte