Obviamente para este tipo de arreglos, pensaba en lo que saldría poder retirarlo. Pero confié en el Señor creyendo que Él iba a proveerme.
Este año me tomé de la palabra de lo sobrenatural de Dios y el sábado iba en bicicleta y al pasar por el taller porque en mi corazón sentía que iba a tener noticia de mi auto.
El mecánico estaba afuera, y cuando me ve, me dijo: "Jésica, tu auto ya está arreglado; vení a retirarlo".
Me puse muy feliz y le pregunté ¿cuánto me sale el arreglo? y, para la gloria de Dios, me dice: solo lo que gasté de combustible para probarlo y llevar el auto.
Los animo a que se prendan de Dios y que crean que todas las promesas se cumplen. Él escucha todas nuestras oraciones.