Testimonio: predicar es un trabajo en equipo

Durante varios años sufrí que nadie se convirtiera cuando les hablaba de Cristo. Llegué al extremo de estudiar de memoria una manera especial de dar testimonio de mi conversión, pero nada. Yo esperaba despertar la fe y que me preguntaran por alguna iglesia para congregarse de inmediato, pero no sucedía tal cosa.

Llegué a sentirme tan frustrado que dejé de hacerlo por mucho tiempo…Hasta que el Señor me dio luz sobre el tema. Pude entender que la predicación persona a persona NO ES UNA TAREA INDIVIDUAL SINO COLECTIVA, con tres protagonistas. Fue muy importante aprender la función de cada uno de ellos.

¿Quiénes son esos TRES protagonistas y qué tarea cumple cada uno?

Dios lo diseñó de la siguiente manera: El primer protagonista somos nosotros, los creyentes. Y la ÚNICA tarea que Dios nos pide es muy sencilla: que coloquemos la semilla en aquel al que queremos compartirle nuestra fe. Colocar la semilla es predicar, contar nuestro testimonio, dar a conocer el cambio que Jesús operó en nuestra vida e invitar a esa persona a que nos acompañe en el camino de la fe.

No hagamos más que eso porque Dios NO NOS PIDE MÁS. A lo sumo reguemos ese episodio con oración los días posteriores. Y no debe preocuparnos, como me pasaba a mí, si la persona que escucha no da señales de aceptación. Lo correcto es que sintamos el gozo de quien ha cumplido con la tarea encomendada.

Una vez que terminamos de dar nuestro testimonio, el que entra en acción es el segundo protagonista: el Espíritu Santo. Dice la Biblia que su especialidad es convencer a la persona de que es pecadora y que necesita arrepentirse y ser perdonada por Dios. A nosotros nos resultará muy difícil cumplir con esa tarea porque casi nadie admite que es un pecador. Por eso a esa función la cumple el especialista, el que “redarguye”, el que convence de pecado: el Espíritu Santo.

Y cuando el Espíritu culmina su labor, el que toma la posta es Jesucristo, quien se encarga de otorgar la salvación.

Esa son funciones que no se cambian: Jesucristo nunca vendrá a predicar, nosotros no podremos salvar a nadie, y el Espíritu Santo no se moverá de su labor. Cada uno en su rol.

Dejemos la ansiedad que nos empuja a querer ver resultados inmediatos, cumplamos con nuestro rol, que consiste solo en poner la semilla. Los tiempos para que esa semilla germine, se lo dejamos a Dios.

Una vez, cuando fui a un hospital a visitar a un pastor, le prediqué a una enfermera que me escuchó realmente sin ganas, con cierto hastío. Dios quiso hacerme un regalito y permitió que tres años después, esa misma enfermera me contara que era una cristiana comprometida gracias a aquella vez en que le conté la forma en que Jesús puede cambiar nuestra vida.

Por Marcelo Laffitte

Suscríbete a nuestro boletín de novedades

Te vamos a comunicar lo más destacado.
Solo una vez por semana te enviaremos notas seleccionadas de nuestra web.