El rechazo no tiene que ser motivo de amarguras porque la Biblia aclara que esto formará parte del precio que cuesta seguir a Dios. Dice la Palabra: “Acordaos de lo que yo he dicho: El siervo no es mayor que su Señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán” (Juan 15:20).
Habrá muchas veces en que no dudarán en mentir para rechazarlos y descalificarlos, pero en esas circunstancias el Señor nos sugiere gozarnos por un motivo muy alto. Leamos: “Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”. (Mateo 5: 11-12).
Mi consejo es que realmente te goces y que no te preocupes de lo que diga la gente. Si lo haces vivirás preocupado toda la vida porque el diablo siempre encontrará personas que tendrán actitudes ásperas hacia ti.
El Señor, en esos casos, no nos aconsejó que nos pusiésemos a llorar ni que nos sintiésemos agraviados, ofendidos o avergonzados. Él nos dejó otro consejo muy práctico: “Si alguno no los recibiere o escuchare sus palabras, salgan de esa ciudad y sacúdanse el polvo de los pies” Y agrega que, si te pasa eso en un lugar, que te vayas a otro y sigas cumpliendo tu llamado". (Mateo 10:14).
Quiere decir que, si hay algunos que te rechazan, siempre habrá otros que te recibirán. Simplemente sacúdete el polvo del rechazo y no desmayes. Ni te amargues. Es parte del precio…pero vaya que este es diminuto comparado con la recompensa.
Por Marcelo Laffitte
