Experiencia personal: Cada vez que una persona creyente me decía: “¿Sabe Marcelo que Dios me dijo…?”, yo inmediatamente pensaba: “¿Será cierto que Dios le habló…?” porque a mí jamás me habla”.
Cuando pude madurar un poco comencé a ver este tema desde otra perspectiva. Aunque sé que el Señor no hace acepción de persona y por supuesto que no discrimina, comencé a creer que algunas personas están más cerca de Dios que otras. Noto que algunos tienen casi como una familiaridad cercana que para muchos es envidiable y para otros suena un tanto extraña.