Dios se glorificó con la muerte de mi esposa

“Estábamos en un evento fuera del país y un lunar comenzó a sangrar luego de ponerse un hermoso vestido de noche. Al volver, fue a una cirujana plástica y cuando lo vio la envió a una cirujana oncóloga en Resistencia. Ese auto viajó a la capital a 200 de la desesperación que me agarró” relata Jorge Tichy, su esposo.

Extrajeron el lunar, con bastante piel, fue una decisión muy profunda. Hicieron analizar y salió que era el peor cáncer de piel, (melanoma de clase 3) pero todo lo del lunar se sacó y los estudios posteriores dieron negativos. El médico nos dijo que tenía dos años de vida y se cumplió exactamente. 

Se operó, hicimos tratamientos, hasta una noche en que se perdió, tuvo una afasia, quedó tildada. Fuimos a una clínica, pensaron que era un ACV y le hicieron estudios y nuevamente otro tumor del tamaño de un huevo de gallina, como secuelas del cáncer de piel. Los médicos me dijeron que no pasaría la noche, que es lo que hay, pero para mí era mi esposa. La cambiamos de clínica y la prepararon para operarla, lo hicieron y fue exitosa, sin secuelas. Al sacarle el lunar, el cáncer se extendió hasta el cerebro e hizo tumores allí. Crecen muy rápido los tumores, hizo metástasis en el cerebro, meses después.

Seguimos el tratamiento en Buenos Aires. Volvió a salir otro tumor, otra afasia… Yo iba a cumplir 50 años, estábamos por hacer una fiesta para unas 60 personas y tres días antes se detectó, por supuesto pospusimos todo.

“La operó el mejor neurocirujano del país en el Hospital Fernández, en el quirófano presidencial y salió de allí con unas pequeñas secuelas, pero seguimos adelante con tratamientos. Volvimos a Sáenz Peña en marzo del 2020, por el COVID-19.

“Volvieron a presentarse problemas y era que había aparecido otro tumor cerebral, por el cáncer de piel que no se podía operar. O sea, que seis meses antes de su fallecimiento sabía el desenlace que iba a ocurrir. Era un cáncer terrible, con tres tumores. Igualmente, Dios nos regaló once meses desde el primer tumor hasta que falleció, nos regaló un culto todos los días”.

Ella no podía hablar los últimos tiempos, tenía muchos dolores, su presión subía a niveles altísimos, pero Dios siempre nos envió los médicos que le calmaron el dolor, lo que hizo Dios fue milagro tras milagro.

Ella no podía hablaba y veía ángeles, adoraba todo el tiempo. Siempre como pareja hablamos diciendo que queríamos que Dios sea glorificado, esperábamos una sanidad tremenda, un testimonio increíble, por eso yo documentaba todo, y aun cuando ella falleció, quedamos destruidos, pero en paz.

"Dios dio, Dios quitó. ¡Sea el nombre de Dios bendito!" Sonia Patricia Videnoff 18 de enero 1973 - 10 de octubre 2020.

Pospuse por unos días este posteo sabiendo lo difícil que sería honrar a esta mujer insuperable en pocas palabras y los sentimientos que removerían las fotografías y recuerdos. Pero su historia de fe y amor a Dios estoy seguro de que ayudarán a muchas personas.

Conocer a Sonia y luego convertirme en su esposo cambió mi vida. Nadie como ella para ordenar, planificar y llevar a la acción los proyectos locos que se me ocurrían. Siempre me apoyó y cuando algo no le gustaba no dudaba en decirlo con hechos.

Logramos cosas grandes juntos. Tenemos dos maravillosos hijos de 16 y 15 años que me enorgullecen.

Ver la madurez, espiritualidad y su comportamiento estos difíciles meses y días es ver las semillas que Sonia sembró en ellos y florecieron como dos jóvenes rectos, emprendedores y responsables.

En septiembre de 2018 fue diagnosticada con melanoma en un lunar en su brazo que creció y sangraba. Se hizo la extracción y análisis mostrando la malignidad del mismo y luego se realizó otra operación más profunda donde los análisis dieron negativo.

Siguieron meses de chequeos mensuales. Pero también viajes inolvidables a California, Rio de Janeiro, Orlando, Bahamas.

Cuando faltaban dos días para mi cumpleaños 50 en noviembre de 2019, de pronto Sonia experimentó mientras estaba en su farmacia un estado de confusión y afasia, por lo cual la llevé urgente a una clínica cercana a nuestra casa.

Allí, en una tomografía se descubrió un tumor cerebral grande y escuché definiciones fuertes sobre las consecuencias del mismo y que podía significar la muerte, parálisis, daño cerebral masivo.

Fue una noche horrible y un día agobiante hasta que conocimos al Dr José Gemetro, neurocirujano, y el operó a Sonia en Clínica Loma Linda con éxito y sin consecuencias. Fue un milagro. Un cirujano excelente guiado por la mano de Dios.

Viajamos a Buenos Aires para tratamientos en terapia metabólica y regresamos, luego fuimos a la segunda tanda y allí una tarde la afasia y la confusión regresaron por lo cual la trasladé en un taxi que literalmente estaba a punto de levantar vuelo por la velocidad al Hospital Fernández donde ingresó con convulsiones.

Otro tumor cerebral fue detectado.

Luego de dos internaciones y un trabajo excelente de todo el equipo médico (oncólogos, neurocirujanos) Sonia fue operada y con mucho éxito. Siempre se recuperó rápido sorprendiendo a los médicos. Radioterapia y regresamos en el último micro que salió de Retiro a Chaco antes de la cuarentena.

Pasamos meses muy bellos con la familia en nuestra casa.

Tuvo algunas internaciones de pocos días, por convulsiones.

El dr. Gemetro al solicitar una resonancia nuclear por ese motivo descubrió otro tumor en una zona inoperable. En otra internación se descubrieron dos tumores más en el cerebro, por lo que su estado comenzó a agravarse.

JAMAS dejó de sonreír. Sabía que su estado era grave, pero se dedicó a guiarnos a Dios.

Cuando sufría dolores muy fuertes por la presión intercraneal oraba a Dios, cantaba.... y su canción era "Gracias, gracias Señor".

El Dr. Báez y el Dr. Pochettino de Clínica Santa María encontraron la combinación justa de medicación para que la presión se estabilizara y Dios fue bueno para que el dolor menguara y desapareciera.

Aunque no podía hablar bien estaba pendiente de todo.

Nos dio lecciones de vida. y hasta el último momento dispuso todo para que estuviera todo en orden.

NUNCA se quejó. Nunca salieron de sus labios palabras que no fuesen de aliento y esperanza.

Toda la familia se unió para acompañarla. Ella nos dejó recuerdos de momento tiernos y cálidos. Teníamos Santa Cena todos los días, en familia, en altar familiar, preparábamos y celebrábamos la Cena del Señor cada día.

Sabía que Dios la sostenía.

Este sábado a las 15:40 la escuché respirar con esfuerzo.

Medí su presión, usé el oxímetro de pulso y ví como el oxígeno disminuía y sus latidos casi cesaban, llamamos la ambulancia, fuimos a la clínica, pero Sonia ya estaba en la eternidad.

¡Dios fue bueno en todo momento!

En cada momento difícil que pasamos, puso en nuestro camino a gente excepcional. Cada crisis tiene sentido cuando lo vemos ahora, porque abrió la puerta para que fuese tratada con eficacia.

Cuando los dolores eran fuertes, respondió nuestra oración y se los controló.

Su muerte fue instantánea y como una caricia de Dios.

Era nuestra petición. Que Dios haga su voluntad, pero sin sufrimiento: Dios nos regaló once meses más con Sonia. ¡Agradecemos cada minuto vivido junto a ella!

Despedimos a Sonia en una ceremonia muy simple, como le gustaban, y nos quedó en el corazón la certeza de que ella está con Dios, esperándonos.

Como esposa, madre, farmacéutica, hija, hermana, tía nos impactó su vida. Tenemos un propósito y una fecha en la cual retornamos al Padre. Agradecemos a Dios por su vida plena y tanto amor que nos dio. Tanto ejemplo de cómo vive y muere una hija de Dios.

¡Descansa Princesa! ¡Tus obras siguen!" posteó en Facebook su esposo.

Luego que publiqué su testimonio en redes sociales, comenzaron a venir personas para que las aconsejara, ¡Dios se glorificó con la muerte de ella! Es algo que como esposo y para sus hijos cuesta decirlo y vivirlo, pero fue así. Para la comunidad de Sáenz Peña su forma de irse causó mucho impacto, por su resistencia, su valor, su amor a Dios. Todos orábamos por ella. Dios se glorificó e impactó a mucha gente. Dios obra de maneras misteriosas: a veces pensamos que se glorifica en sanidades, milagros, prodigios, pero más que todo se glorifica en fidelidad y amor. Cuando la sentimos que se fue, sabemos que su vida fue un impacto para nosotros y para mucha gente” recprdó su esposo.

"Los matrimonios no son fáciles, pero valen la pena el esfuerzo. Daría lo que tengo para tener a mi esposa conmigo. Para todos aquellos que a veces pelean por una pasta de dientes, por una situación o se quejan por cosas insignificantes, mi sugerencia es que no se queden con las pequeñeces, tienen con quien vivirla" finalizó Jorge.

Editora del Sitio
"Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar. Sobre ti fijaré mis ojos..."

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