Dios restituye y la tierra se llenará de manantiales

Tengo un amigo, Raúl, que cada vez que le toca perder en la vida –un mal negocio, una desilusión, cualquier fracaso- suele repetir esta frase: “Lo apunto en pérdidas y ganancias”. Con eso definía la composición básica de la existencia del hombre: una interminable sucesión de éxitos y derrotas, de lágrimas y de risas.
 
Pero otro amigo, Norberto, hermano en la fe y muy comprometido con el Señor, ha sufrido una devastadora crisis económica. Tiene 40 años, un título, una esposa que lo acompaña en todo y una empresa que hasta no hace mucho le permitía soñar. Pero hoy ya no. Debió cerrar las puertas.
 
Lo menciono porque él, a diferencia de Raúl, tiene una mejor frase para momentos de pérdida: “Dios es soberano, y a su tiempo nos restaurará”. ¡Cuánta sabiduría y cuánta esperanza encerradas en esas palabras!
 
Esto es más que una mera expresión de deseos, esto proviene de alguien que tiene reservas de fe, de alguien que tiene buena vista espiritual.
 
El sentido común puede mostrarnos una realidad llena de cosas crueles y negativas, pero la fe, sumada al conocimiento de las promesas eternas de la Biblia, otorgan una visión agudizada espiritualmente. Es la capacidad de ver el campo dorado de espigas de mañana, por encima de la tierra seca de hoy.
 
He comprobado que las personas que logran desarrollar una fe consistente, auténtica, adquieren algo muy valioso: una cosmovisión diferente. ¿Qué es la cosmovisión de una persona? Es la forma de ver y entender el mundo. Siendo simple: son los anteojos con que vemos la vida. Y esos anteojos tienen el color de nuestra historia personal, de lo que hemos vivido y fundamentalmente de nuestra fe.
 
Hay personas que a todo lo ven negativamente y otras que son optimistas. Las personas con fe están entre estas últimas: pueden sobrevolar sobre las peores circunstancias y ver la bendición que viene en camino.
 
Dios es soberano, él hace cómo quiere y tiene buenos planes para nosotros. El mira y ve la totalidad de nuestras vidas. Y eso le permite dibujar el propósito perfecto para cada uno…y lo cumplirá. Aunque esa meta implique pérdidas y dolores, aunque a veces nos parezca absurdo lo que nos pasa. Aunque a veces tengamos la sensación de que “se ha dormido el que nos guarda” …pero está muy vigilante.
 
 
Todos aquellos que tomaron decisiones equivocadas han perdido: el que no se animó o no quiso obedecer el llamado del Señor para servirlo, el joven que se casó con la mujer que no era, el que siguió la carrera equivocada en la universidad…todas cosas que ya fueron. Que aparentemente no pueden cambiarse. Sin embargo, Dios tiene una palabra para decirnos a todos los que hemos perdido o estamos perdiendo: “Yo restituiré”. “Yo restituiré los años que ha comido la langosta” (Joel 2:25).
 
Con Dios siempre se puede comenzar de nuevo. Yo he comenzado de nuevo en más de una oportunidad. Es que tenemos de nuestro lado al Gran Restaurador.
Por eso quise rescatar tu frase apreciado Norberto: “Dios es soberano y a su tiempo él nos restaurará”. Me quito el sombrero ante tu fe querido hermano.
La Palabra cuenta que, al otro año de haber pasado la langosta, se sembró la semilla y hubo una gran cosecha.
 
“Él es el que rescata del hoyo tu vida y te corona de favores y misericordia” (Salmos 103:4). “El lugar seco se convertirá en estanque…” (Isaías 35:7)
 
Por Marcelo Laffitte

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