Las personas QUE NO LEEN la Palabra son como el “tamo” (el panadero) que el viento lleva de aquí para allá. No tienen ninguna postura sólida. Cambian permanentemente.
Las personas QUE NO LEEN la Palabra son como el “tamo” (el panadero) que el viento lleva de aquí para allá. No tienen ninguna postura sólida. Cambian permanentemente.