¿Quieres que Dios te hable mucho? lee mucho, pero mucho, la palabra

¿Sabe que hay una enorme diferencia entre aquellos creyentes que leen la Biblia y los que no? Veamos:

Las personas QUE NO LEEN la Palabra son como el “tamo” (el panadero) que el viento lleva de aquí para allá. No tienen ninguna postura sólida. Cambian permanentemente.

Las personas QUE LEEN adquieren poder. ¿Poder para qué? Poder para tomar mejores decisiones, para influenciar positivamente a otros y para crecer personalmente.
 
Las personas QUE NO LEEN tienen muy difusa la diferencia entre el bien y el mal porque no tienen discernimiento. Y no tener discernimiento es una de las falencias más graves.
 
 
Las personas QUE LEEN saben con claridad si algo proviene de la carne o del espíritu. Advierten si alguien habla desde la luz o desde las tinieblas. La misma Palabra las entrena para discernir.
 
Las personas QUE NO LEEN guían su vida por “corazonadas” porque no saben que Dios dice: “Engañoso es el corazón”. La guía infalible es la Escritura.
 
Las personas QUE LEEN son las únicas que llegan a conocer el propósito que Dios tiene para ellas. Porque, qué obrero puede cumplir efectivamente con su tarea si no conoce las directivas de su “Jefe”, de su “capataz”. Y esas directivas están en la Biblia.
 
PROPÓNGASE LEER desde hoy 15 minutos por día (solo eso) y usted verá un cambio maravilloso en su vida. Y cuando lea hágase dos preguntas: 1) ¿Qué dice? Y 2) ¿Qué me dice?
 
Recuerde que uno elige qué tipo de cristiano quiere ser: Un cristiano perdiz, que volará siempre a ras del suelo o una creyente águila que se elevará hacia los picos más altos.
 
“No te preocupes por lo que no entiendas de la Biblia. Preocúpate por aquello que entiendes y no aplicas en tu vida” Corrie Ten Boom.
 
Por Marcelo Laffitte

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