Testimonio: ¿Es Dios real?

"Me crié como casi todos. Para mí era normal salir, tener muchas mujeres y creer que eso era lo mejor que me podía pasar. Era común para mí estar sentado afuera y ver como los “religiosos” iban a la iglesia los domingos viviendo su “aburrida” vida, mientras yo era “libre”. Era de esos que cuando sintonizaba una radio evangélica rápidamente la sacaba, y que se burlaba y tildaba de religiosos a esas personas que iban a la iglesia. ¿Qué quiero decir? Crecí como probablemente hayas crecido vos, y tal vez hasta hoy te encuentres en esa postura, y es por vos que nace este proyecto.
 
Durante gran parte de mi vida pensé que los que iban a la iglesia eran unos religiosos, que eran personas que habían sido engañadas y que se estaban perdiendo lo que consideraba y creía que era lo mejor, “vivir la vida”.
 
No crecí dentro de una iglesia, y hasta hace un tiempo no tenía a nadie cercano que asista a una. Todo lo que iba aprendiendo era nuevo, no había en mi ningún sistema de información al respecto. Todo lo que aprendí sobre la fe no estaba condicionado por cosas enseñadas en mi niñez, ni por mis padres, sino que vinieron como resultado de ese primer pasito de fe.
 
A mis 17 años viajé hacia la ciudad de Córdoba en búsqueda de lograr un objetivo: recibirme de Contador Público. Viví en esa ciudad hasta mis 25 años, edad a la cual regresé a mi ciudad de origen. A la edad de 20 años, tras largo tiempo de mucha angustia, decidí ir en búsqueda de ayuda a un tal Dios, el cual no estaba seguro si existía.
 
Pero dos cosas sabía: una era que no podía continuar así, y la otra era que en ese lugar (la congregación) sentía algo que no había sentido nunca, lo cual las demás personas de la congregación llamaban “la presencia de Dios”.
 
Si pudiera describir esa sensación sería como estar en un lugar hermoso, muy amplio, con verdes pastos, árboles y hermosas flores, y en donde se respira mucha paz y hermosos aromas; también donde fluye agua que trae sanidad.
 
El primer tiempo fue raro. Hablaban de cosas que no entendía, en las cuales hasta no creía, y usaban palabras que no había oído nunca.
 
Pero comenzaron los milagros, las experiencias. Tenía solo 20 años. Eran mis primeras asistencias a reuniones. No entendía nada, pero veía el poder de Dios reunión tras reunión, veía como llegaba angustiado y me iba aliviado. Veía a enfermos ser sanados, endemoniados ser liberados.
 
También sentía algo que no había sentido nunca, mucho más hermoso que todo lo que había probado hasta ese momento en borracheras, placeres sexuales, etc. Era Su presencia.
 
 
Fue entonces cuando comencé a pedirle a Dios, “Te quiero oír”. Mientras escribo me acuerdo de ese tiempo y se me dibuja una sonrisa en el rostro. Oré mucho por esto. “Señor, te quiero oír” y hacía silencio vez tras vez, pero no le oía. ¡Cómo me enojaba!
 
Pero seguía insistiendo, y al otro día me presentaba en oración y le pedía lo mismo, hasta que tiempo más adelante abrió mis oídos espirituales y empecé a oírle, lo que provocó que mi fe se incrementara más y más."
 
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(Fragmento) Por Brian Zappa

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