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"No pierdas el tiempo Marcelo" testimonio

A esta reflexión la repito para que sea dada a conocer a la mayor cantidad de gente no cristiana. Un amigo, que vive entre libros y que tiene un par de títulos universitarios -es psicólogo y sociólogo-, me dijo un día: “La Iglesia evangélica no es para vos Marcelo. No sigas perdiendo el tiempo.. Hay mucha mediocridad en torno a los evangélicos”.
"Te voy a decir qué pienso de la Iglesia Evangélica", le respondí.

"Pienso que quizás tengas razón de que haya algo de mediocridad en nuestro medio evangélico. Es que la masa mayoritaria de cristianos evangélicos son gente sencilla, que, si uno los califica de 1 a 10 en el aspecto cultural y social, quizás apenas alcancen un 5.
No todos entran en esta calificación, pero sí una buena parte. Debemos admitirlo.

Continué: "Salvo pocas excepciones, no pidas “glamour” en nuestros edificios…Ni excelencia en nuestras reuniones… (Algunas son muy largas y cansadoras, otras aburridas…)
Ni mucho nivel en nuestros programas de radio o de televisión…Sí, debemos corregir muchas cosas…

Pero la tarea que Dios le ha asignado a la Iglesia Evangélica, y esto es la médula del asunto, es transformar el corazón de las personas. O sea, tomar personas que restaban a la sociedad porque eran viciosos, violentos, depravados o corruptos y convertirlos en personas de bien, con una nueva tabla de valores.
Y llevarlas a la Redención de sus vidas, o sea al perdón de todos sus pecados, por medio de Jesucristo. Esto es obtener la salvación por medio de la fe…"

Seguí explicándole: "A esa tarea… no la puede llevar a cabo ninguna otra institución de nuestra sociedad que no sea la iglesia cristiana.

No lo puede lograr ni un foro de los más encumbrados psicólogos y psiquiatras…Ni los mejores sociólogos, ni los más brillantes antropólogos o filósofos, ¡nadie!

Y esa es la tarea más alta del mundo. Es la meta más importante de la vida. No hay objetivo más significativo que ese. Porque se trata de salvación o condenación eternas".

"Aparte", le dije, "la mayoría de los que se arriman a nuestras iglesias, llegan muy lastimados, muchos son como desechos humanos. Otros con el corazón lacerado por traiciones o pérdidas muy amadas. Y Dios los restaura.
Agregué: "En esta sociedad que nos genera tantas lágrimas… ¿Dónde ir a llorar?

¿Dónde compartir un abrazo con otros?
¿Dónde poder escuchar unas sinceras palabras de aliento?
¿Dónde si no es en una iglesia cristiana?

“Un bar no es el lugar correcto. El sitio es la Iglesia de Jesucristo”. Me escuchó con atención, pero es posible que no me haya entendido. Lamentablemente es así.

Sencillamente porque es un hombre natural que no conoce a Cristo. Y la Biblia lo explica: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”. 1 Corintios 2: 14.

Pero en el fondo yo prefiero creer en esa promesa que reza: “La Palabra de Dios nunca vuelve vacía”.

Por Marcelo Laffitte

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