Hay gente que impacta con su manera de vivir

Cuando tenía 29 años tenía tres trabajos como periodista: hacía la revista para una de las empresas más grandes del país “SOMISA” (La revista Acero), me desempeñaba como periodista de LT 24 Radio San Nicolás (AM) y era redactor del Diario El Norte, de la misma ciudad de la provincia de Buenos Aires.

Por entonces no creía en nada espiritual. Era fiel a la consigna de la mayoría de los periodistas: “Ser hombres de lo concreto”, o sea redactar, informar o comentar sobre todo aquello que se pudiera ver y tocar.

Pero en ese año, mientras vivía ese ateísmo con mucha tristeza interior, irrumpió en mi vida un joven al que, al verlo actuar, le pregunté: ¿Por qué sos tan distinto? Él me sorprendió respondiéndome con otra pregunta: “¿Será porque soy cristiano?”.

Él era -y es- un creyente profundamente comprometido.

En esa ocasión, él comenzó a hablarme de Cristo. Recuerdo vívidamente esa charla. No me llenó la cabeza de Biblia (de la cual yo no sabía nada).

Recuerdo algo que me dijo que me gustó mucho: “Cristo no es un personaje histórico que murió, dejó un libro negro y grueso difícil de entender. Él al tercer día resucitó y sigue vivo. Y lo importante es que tiene poder para cambiar la vida de las personas”.

A esa le siguieron charlas muy ricas que me traían mucha paz. A los tres meses me guió para que rindiera mi vida a Jesús. Luego lo hizo Hilda, posteriormente mi madre, mi hermana, los sobrinos, toda la familia.

Aquella maravillosa transformación de todos nosotros comenzó con un joven que predicaba con su forma de vivir y que me movió a preguntarle: ¿Por qué sos tan diferente?

Por Marcelo Laffitte

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