¿Quieres la bendición? Acéptala pues

Hace muchos años estaba sentada en la parte de atrás de la panadería de mi amiga María, charlando con ella, cuando ingresó un cliente a comprar “unos pancitos de harina de maíz y queso” dijo.

El cliente era un hombre muy conversador y quedó hablando con la panadera de cuánto le habían gustado esos nuevos pancitos un largo rato.

Mientras él estaba allí aún, pasó una pareja y desde la puerta, la señora (visiblemente embarazada) le preguntó a María si le quedaban “pancitos de harina de maíz y queso”, a lo que ella le respondió “ay no señora, los últimos se los llevó el señor” señalando a su comprador.

El cliente, conmovido ante el deseo de la señora, le ofreció amablemente la bolsa con los famosos pancitos, como regalo. "LLévelos señora, por favor" le dijo.

No había nada malo. Era una persona generosa, regalando algo a una mujer embarazada, delante de su esposo, atento a que “se debe atender a los deseos de la mujer gestante”, sin otra intención que la que ella comiera algo que quería.

La señora, se negó rotundamente, en todas las oportunidades en que el señor le ofreció y reitero, no hubo mala intención. Además, todo ocurrió ante la mirada de quienes estábamos allí.

La pareja se despidió y siguió caminando. El cliente generoso se despidió, salió de la panadería y en ese momento, Dios me dijo: “así son ustedes muchas veces, la bendición les llega y es tan grande el orgullo o las pretensiones que tienen, que no las reciben ¿Qué vas a hacer vos? ¿Vas a recibir mis bendiciones?”

Esta reflexión es para vos hoy, ¿recibirás las bendiciones de Dios?

¿Podrá más tu orgullo, el quedar bien con otros, que recibir algo que quieres o deseas?

Y ¿si fuera Dios quien usa a esa persona para bendecirte?

De la redacción de Encendidosporelespiritu

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