Deja ya obrar a Dios...

Dios es Dios aun si lo tratamos como tal o no, porque cuando nos inquietamos, cuando tememos y nos preocupamos, no estamos aceptando los beneficios de dejar a Dios ser Dios. 

El regalo de dejar a Dios ser Dios es que podemos relajarnos, sabiendo que estamos en Sus fieles y amorosas manos. No tenemos porqué decepcionarnos; podemos confiar en la provisión de Dios. No tenemos porqué temer, sino caminar hacia adelante con fe. Y cuando la vida tome un camino equivocado (según nosotros), no entremos en pánico. Podemos confiar en el plan perfecto de Dios para nuestra vida.

Cuando no estoy consciente de que Dios es Dios, tiendo a hacer planes y a moverme sin pedirle a Dios Su dirección. Poner mi voluntad antes que la de Dios nunca me ha hecho ningún bien. Cuando confío en mis propios planes en lugar de esperar a que Dios cumpla Sus propósitos, se vuelve un desastre. Las historias de Abraham, Isaac y Jacob (y muchos otros) son una prueba de ello.

El regalo de entregar la situación a Dios es el gozo de no adelantarse cuando no debemos; tenemos paz cuando realmente nos rendimos a la voluntad de Dios. No solo eso, podemos descansar en medio del caos cuando dejamos que Dios luche por nosotros. Después podremos decir como David cuando huía de Absalón: «Yo me acosté y me dormí; desperté, pues el Señor me sostiene» (Salmo 3:5).

Dios no abandona a Sus hijos. Si la voluntad de Dios es que vaya a la derecha o a la izquierda, hacia atrás o hacia adelante (o simplemente quedarme en el lugar), no tengo por qué entrar en pánico ni quejarme. Puedo confiar que Dios sabe mejor que yo, puedo confiar que estoy justo donde Él quiere que esté.

Es mejor esperar en el Señor
Cuando dejamos a Dios ser Dios, estamos esperando que Él haga las cosas. Isaías 30:18 dice, «…¡Cuán bienaventurados son todos los que en Él esperan!» Unos versículos antes, en el 15 dice: «…En quietud y confianza está su poder». Aquellos que esperan en el Señor experimentarán una fuerza que no es propia. El regalo de dejar a Dios ser Dios es que podrás ver trabajar a Dios en primera fila mientras Él traza un camino que jamás sabías que existía.

Es increíble ver a Dios obrar mientras descansas en Él. Pero la verdad es que no descansaremos en Dios si no estamos dispuestas a esperar en Él. Es entonces cuando nos perdemos de Dios. Si no soy suficientemente paciente para consultar a Dios antes de continuar, entonces no estoy lista para continuar. Cuando no estamos dispuestas a pedir la opinión de Dios significa que ya hemos idolatrado la nuestra.

La conclusión es esta: si nuestra mayor preocupación es lo que pensamos y no lo que Dios piensa, no estamos dejando a Dios ser Dios. Y si ese es el caso, entonces hemos ejercido nuestra palabra por encima de la de Dios. Y ese no es el mejor escenario. Mis palabras fallan, pero la Palabra de Dios nunca falla.No importa la situación; existe una avalancha de bendiciones del lado de la rendición y la confianza.

Fuente: Avivanuestroscorazones.com

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