¿Estás creciendo espiritualmente?

¿Cómo podemos darnos cuenta de nuestro verdadero estado espiritual? ¿Nos examinamos de vez en cuando o simplemente suponemos que todo anda bien? El apóstol Pablo fue muy directo cuando escribió:“Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos” (2 Corintios 13:5).

 

No se trata de una recomendación liviana, sino de una orden espiritual. A la fe no hay que suponerla, hay que probarla. El crecimiento cristiano no se mide por las actividades que realizamos en la iglesia ni por los cargos que ocupamos, sino por los frutos que el Espíritu produce en nuestra vida diaria.“Por sus frutos los conoceréis” dice la Palabra.
 
LA SANTIDAD: SEÑAL DE MADUREZ ESPIRITUAL
Uno de los primeros indicadores de que estamos creciendo en la fe es que nuestra santidad comienza a funcionar.
Cuando recién conocemos al Señor, el Espíritu Santo empieza a limpiar nuestra conducta externa: dejamos ciertos hábitos, cambiamos nuestro lenguaje, nos volvemos más cuidadosos con lo que decimos o hacemos. Pero con el tiempo, esa transformación avanza hacia adentro.
La Escritura nos aconseja: “Sed santos en toda vuestra manera de vivir, porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo” (1 Pedro 1:15-16).
Atención a esto: el verdadero crecimiento ocurre cuando ya no nos justificamos, sino que reconocemos con humildad nuestras faltas y pedimos perdón. Cuando sentimos pesar al fallarle a Dios, es porque nuestro corazón ha sido sensibilizado por Su Espíritu. Eso demuestra que la santidad está dando fruto.
 
EL TESTIMONIO: UNA FE HECHA VISIBLE
Otra forma de autoevaluarnos es observando nuestro testimonio. No el que damos en un púlpito, sino el que mostramos en casa, en el trabajo, en el tránsito o en el trato con nuestros hijos.
“Vosotros sois la luz del mundo… alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:14-16).
Nuestro testimonio es el sermón que todos leen sin que digamos una palabra. Es cumplir con lo prometido, tratar con respeto, actuar con integridad, mantener la paz aun cuando otros la rompen.
Si alguien que no conoce a Cristo puede decir lo que yo dije del muchacho que me llevó a Cristo: “Me gusta cómo vive esa persona”, entonces su testimonio está predicando más fuerte que cualquier mensaje.
 
LA PALABRA: LUZ QUE CRECE EN NUESTRO INTERIOR
Un tercer signo de avance espiritual es cuando la Palabra de Dios empieza a cobrar vida en nosotros.
Antes leíamos la Biblia por costumbre, ahora la leemos con hambre. Antes no entendíamos ciertos pasajes, hoy se iluminan con una claridad que asombra. Eso sucede porque el Espíritu Santo abre nuestros ojos.
Si descubres que cada vez entiendes más, que tu mente discierne lo que es de Dios y lo que no lo es, ¡felicitaciones! Tu espíritu está creciendo.
Nos alienta la Biblia: “La senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto” (Proverbios 4:18).
Dios no busca cristianos ocupados, sino cristianos transformados.
Revisar nuestra vida espiritual es una señal de madurez y obediencia.
 
Así que pregúntate hoy:
¿Estoy creciendo en santidad?
¿Mi testimonio inspira a otros?
¿La Palabra se vuelve cada vez más clara en mí?
Si las respuestas son SÍ, puedes decir con gozo:
“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe” (2 Timoteo 4:7).
Y si aún ves áreas por corregir, no te desanimes: el mismo Dios que comenzó la buena obra en ti, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo (Filipenses 1:6).
 
Por Marcelo Laffitte

Suscríbete a nuestro boletín de novedades

Te vamos a comunicar lo más destacado.
Solo una vez por semana te enviaremos notas seleccionadas de nuestra web.