Cuando nos ponemos en las manos del Alfarero, debemos estar dispuestos a que mientras trabaja en nosotros, vaya limando las asperezas que hay en nuestras vidas, se deshaga de la basura que guardamos producto de nuestro caminar por este mundo que se encuentra sumergido en el pecado; no será fácil, pero créeme que es lo que necesitamos para poder ser vasijas de honra.
Él no trabaja en nosotros si no se lo permitimos, porque es un caballero, en Apocalipsis 3:20 "He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo" (RVR1960).
De igual manera, Él siempre está dispuesto a moldearnos a su perfecta voluntad, debemos abrirle la puerta y entregarnos por completo para ser pasados por esa rueda que, aunque en momentos resulte doloroso, incómodo, desconcertante y nos cause temor; debemos confiar en que al final, cuando ya la obra del alfarero haya terminado, seremos vasijas preciosas y útiles en sus manos.
Toma un momento y considera las circunstancias que estás viviendo hoy, puede ser parte del proceso de Dios trabajando en ti.
Señor, sé que no es fácil dejar que tú trabajes en mi vida, pero hoy quiero pedirte que, por encima de cualquier cosa, hagas en mi vida como quieras y me formes para ser más como tú y vivir para honrar tu nombre.


