La vida cristiana no está exenta de dificultades. Cada uno de nosotros enfrentamos pruebas, retos y momentos de dolor que pueden hacernos sentir débiles, confundidos o incluso desesperados. Sin embargo, la Palabra de Dios nos recuerda que después de la dificultad viene la restauración, el aprendizaje y la fortaleza renovada.“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” (Isaías 41:10).