El Espíritu Santo te llena, para enviarte al mundo

El llamado de Jesús a sus discípulos sigue vigente hoy: ser testigos suyos hasta los confines de la tierra. Cuando el Espíritu Santo nos llena, no es solo para tener experiencias espirituales, sino para ser capacitados para una misión urgente y eterna: alcanzar a los perdidos. No fuimos salvados solo para disfrutar la salvación, sino para compartirla con otros.

 "Pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra". Hechos 1.8

 
Somos hijos de Dios, no solo para estar en la familia, sino para traer nuevos hermanos al hogar del Padre. El poder tiene un propósito. El Espíritu Santo no nos fue dado solo para consolarnos o darnos dones, sino para impulsarnos a cumplir la agenda número uno del cielo: la salvación de las almas.
 
Cada vez que compartes el evangelio, el cielo se alegra. Pero cuando callamos, nos desintonizamos del corazón de Dios. Ser testigo no es una opción, es una consecuencia natural de haber sido alcanzado por la gracia. "Hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente". Lucas 15.10
 
La obra misionera no comienza en otro continente. Comienza en tu Jerusalén: tu familia, tu barrio, tus contactos. Empieza con una conversación, un mensaje, un acto de amor, una invitación a conocer a Cristo.
 
Segunda parte: Comunicar para impactar. Mientras ayunaban y ministraban al Señor, el Espíritu Santo dijo: "Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra..." Hechos 13.2 Dios llama, pero también nos prepara. Uno de los mayores desafíos en la evangelización y en la vida en general es la comunicación.
 
Para compartir el evangelio con eficacia y establecer relaciones sanas, necesitamos:
Escuchar con atención.
Hablar con sabiduría.
Conectarnos con personas que edifiquen nuestra fe.
 
La comunicación efectiva no solo transmite información, sino que abre corazones. Y nuestras relaciones pueden ser canales de bendición o puentes hacia la destrucción.
 
 
Por eso, elige bien con quién te rodeas: “No puedes volar como águila, si siempre andas entre pavos.”
 
No te quedes callado. Comparte las buenas noticias. El poder del Espíritu no es para retenerlo, sino para liberarlo en la misión.
CENTRO CRISTIANO PUERTA ABIERTA
Saenz Peña-Chaco

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