Imagina que estás por enfrentar una prueba difícil: una decisión importante, una lucha personal o una situación que amenaza tu fe. Jesús nos da un principio vital: la oración y la vigilancia son clave para no caer en la tentación. Incluso Él, el Hijo de Dios, se retiró a orar antes de enfrentar el momento más difícil de su vida.
Lucas 22:39-40 “Saliendo, fue como de costumbre al monte de los Olivos; y sus discípulos también le siguieron. Y cuando llegaron al lugar, les dijo: Orad, que no entréis en tentación.”
La importancia de ir a un lugar de intimidad con Dios. Jesús subió al monte de los Olivos, un lugar de oración y retiro. La intimidad con Dios fortalece nuestro espíritu frente a la tentación. Dedica tiempo diario para hablar con Dios, lejos del ruido y las distracciones. Así como un atleta se prepara en privado antes de la competencia, nosotros debemos fortalecer nuestra vida espiritual en la intimidad con Dios.
La oración es un arma contra la tentación. Jesús dijo: “Orad, que no entréis en tentación”. La oración nos conecta con el poder de Dios y nos da discernimiento. No se trata solo de pedir, sino de alinearnos con la voluntad de Dios. Ora antes de situaciones difíciles, decisiones importantes y pruebas personales. Efesios 6:18 – “Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu”.
Velar significa mantener nuestra mente y corazón atentos. La tentación a menudo llega cuando bajamos la guardia. Identifica tus áreas de debilidad y mantente consciente de ellas, acompañando la oración con vigilancia. Pedro, quien fue advertido por Jesús de que lo negaría tres veces, fue llamado a velar y orar (Lucas 22:31-34).
Jesús nos enseña un principio sencillo pero poderoso: Retírate a Dios para fortalecer tu espíritu. Ora constantemente para alinearte con Él. Vigila tus pensamientos y emociones para no caer en la tentación. La oración y la vigilancia son la armadura que nos protege frente a la tentación.
