El amor de Dios ¿brilla por su ausencia?

Yo prefiero escribir notas que levanten el ánimo. Pero hay muchas ocasiones en que nos vemos obligados a desnudar situaciones muy amargas porque solamente partiendo del conocimiento de lo que hacemos mal podremos corregirnos. En pocos púlpitos se habla de este tema: la crítica impiadosa de algunos hermanos.
 
Tampoco se enseña o se denuncia en los seminarios. Y allí está. Haciendo daño y generando dolor y heridas que perduran por mucho tiempo. Y expulsando gente de las iglesias. ¿Cómo llamarlo? ¿Crueldad? ¿Inmadurez? ¿Insensibilidad? Veamos de qué se trata.
 
Un matrimonio creyente descubrió, hace poco, que un hijo de 20 años cayó en las drogas. Esto les produjo un quebranto terrible, pero, inexplicablemente, el mayor dolor fue la crítica impiadosa que recibieron en la iglesia. ¿Inmadurez, crueldad, insensibilidad? Muchas veces repetimos frases sin saber muy bien qué significan.
 
 Una de ellas es la siguiente: “El pueblo cristiano es el único ejército que mata a sus heridos de guerra”. Mirando la realidad de muchas congregaciones, ¿cómo mata a sus heridos? ¿Qué significa ese dicho?
 
Si nos enteramos que una joven de la iglesia quedó embarazada de su novio, disfrutamos comentando el hecho y descalificándolos de manera cruel. Y entonces a esos jóvenes les resultará muy difícil quitarse esa marca de encima. Están heridos y los hermanos les aplican el tiro de gracia.
 
Si llegamos a saber que un hombre de la iglesia cometió adulterio, se convertirá en la comidilla de todos, será sancionado y marginado. Ya nadie querrá compartir con su pareja y lo condenarán a un doble dolor. Eso es matar a un soldado propio que fue herido.
 
Si un homosexual se convierte, en lugar de hallar contención y amor, encontrará, en muchos casos, incomprensión, críticas e intolerancia. Eso también es matar a otro herido de guerra.
 
Un joven me contaba que dejó la iglesia porque no paraban de burlarse de él. ¿De qué se burlan?, le pregunté. “Porque soy gordo y tímido”, me respondió. ¿Y el amor de los cristianos?
 
En las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, a los heridos de guerra se les otorga el “Corazón púrpura” que es uno de los más altos galardones que otorga el gobierno. Nosotros, que tendríamos que ser los primeros en dar amor, muy lejos del Corazón púrpura, terminamos de matarlos. ¿Qué nos pasa?
 
Creo que, o por falta de enseñanza, o por maldad personal, muchos cristianos viven en una guerra constante no contra el pecado, sino contra el pecador. Son los legalistas Premium. Son los que se esmeran en buscar el pecado en los demás, y cuando lo hallan, se ensañan contra aquel a quien Cristo vino a buscar y a salvar. “Yo no vengo a buscar a los sanos…sino a sanar a los enfermos”, dijo Jesús.
 
Basta de mirar la paja en el ojo ajeno sin decir nada de la viga que tenemos en el nuestro. Pidámosle ternura a Dios para poder abrazar al pecador con la misma Gracia con que el Señor nos abrazó a nosotros cuando estábamos en medio del fango. Esa crueldad tiene consecuencias muy graves: muchísimos se han ido de nuestras iglesias por la ausencia de amor.
 
Otro dicho que repetimos es: “Las iglesias son hospitales del alma”. ¿Usted vio alguna vez a un médico criticando a alguien por estar enfermo?
 
Por Marcelo Laffitte

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