Cuando el Señor te levante y te coloque en un sitio relevante, no escuches la opinión de los críticos de turno. Esta gente nunca estará de acuerdo con nada de lo que hagas porque tienen la enorme desgracia de padecer de una enfermedad muy dañina: la envidia. ¿Quién podrá sostenerse delante del envidioso? Prov. 27:4