La palabra de Dios dice en Proverbios 17:17 “En todo tiempo ama el amigo, y el hermano nace para el tiempo de angustia”, porque en los buenos momentos como una fiesta o cumpleaños, estamos súper acompañados de “amigos”, nuestro teléfono suena constantemente, como cuando somos exitosos y mucho más, cuando tenemos un cargo del que pueden usufructuar.
Pero en los momentos de angustia, enfermedad o necesidad, quedan pocos o ninguno.
Y allí recordamos la palabra de Proverbios, que resuena tan fuerte, como cuando en el dolor solo encontramos el eco en las paredes. No hay nadie a nuestro lado. A veces, está la familia.
En esos momentos, de dolor y soledad nos damos cuenta que los hombres, (incluso nosotros) lastimamos, con palabras, hechos, ausencias, silencios o actitudes y en mi caso me hizo tomar una decisión: dije te prefiero Espíritu Santo, vos no lastimás, al contrario, sanás, vos estás, animás, y quiero aferrarme a vos, conocerte más, perdón por haberte ignorado tanto tiempo.
Toda la palabra de Dios habla de confiar en Él, de no confiar en los hombres porque somos falibles, pero es la piel la que nos enseña y con dolor lo hace.
En los tiempos de angustia, en esa búsqueda desesperada en medio de la soledad, entendemos que Dios nos dejó a solas con el propósito de que lo conozcamos más profundamente. Cuesta muchísimo, pero el fin es precioso, conocemos a Aquel Amigo que estuvo Siempre, Aquel que dio su vida por nosotros, Aquel que no nos dejó solos, nos dejó al Gran Amigo: el Espíritu Santo, quien está dispuesto a acompañarnos, guiarnos, sanarnos y tantas cosas más, para las cuales tenemos una vida entera para descubrirlo. No nos enojemos con las personas, fallamos, comencemos a crecer en una relación con El Amigo, lo demás vendrá después.
De la redacción de encendidosporelespiritu.com.ar
