Testimonio: no he aprendido aún

Hoy titulo esta reflexión de manera contundente: “Creí que ya lo había aprendido” … Pero la realidad es que no lo he aprendido.Si después de tantos años de conocer al Señor y tantos años vividos actué como les voy a contar, es evidente que a esa materia no la he aprobado todavía y deberé trabajar en esa área.

 

Hace un tiempo, una situación no provocada ni deseada me confrontó con una persona que sin escatimar ofensas me lastimó mucho. Pero eso no es lo más grave, según mi modo de ver. Lo más lamentable es que sus agravios e injurias me sacaron de mi habi tual serenidad y le respondí de una manera inadecuada. Es que, dicho en criollo, ¡me sacó de las casillas!
 
Sabiendo mi condición de cristiana no dudó en burlarse de mi fe, del Señor y de mis intentos por llevarla a Cristo. No le dije ninguna grosería (confieso que me pasaron por la cabeza) pero asumí un rol realmente inadecuado levantándole la voz.
 
Arrepentida de lo sucedido fui al Señor como una niña a recla marle “justicia” y a mostrarle (como si Él no lo supiera) lo mal que había actuado esta persona que olvidó todo el tiempo que invertí tratando de compartirle mi fe y las tantas oraciones que levanté a su favor pidiendo por su bendición. Y allí vino mi sorpresa cuando con la paz, autoridad y amor que caracteriza a nuestro Papá, muy suavemente me susurró: “Ámala”, “perdónala”.
 
Intenté convencerlo al Señor que no lo merecía, que no serviría, que yo no podría…en fin, una montaña de excusas propias del dolor de la ofensa. Pero Él me repitió: “Ámala””perdónala”.
 
Hace mucho tiempo que vengo “practicando” perdonar a las per sonas que se levantan contra mí. Hace años que me esfuerzo para agradar y hacer la voluntad de Dios, pero acababa de dar un examen y, a pesar de mis muchos años de creyente, no había logrado aprobarlo.
 
Aquellas palabras altisonantes con que le respondí a esa persona habían dejado muy pobre mi testimonio…
 
Pensé para mis adentros: “No lo aprendí todavía Señor”. Pero al mismo tiempo recordé que hace años, un maestro me enseñó: “Si pides paciencia, te lloverán situaciones difíciles para que aprendas. Si pides fe, surgirán episodios que harán brotar tu más oscura incredulidad. Si le clamas por ser cada día más como Él, entonces permitirá que pasen cosas como la relatada para que aprendas a no ser tan sensible.
 
Isaías 53 nos enseña que la mejor manera de defendernos en una situación como la que les relato es: “no abriendo la boca”.
 
Seguiré ensayando. Seguiré intentando. Seguiré clamando ayuda del Cielo para obedecer… pero tú sabes Señor que quiero agradarte…pero a veces no me sale.
 
“Los saludo con todo cariño”…Hilda de Laffitte

Suscríbete a nuestro boletín de novedades

Te vamos a comunicar lo más destacado.
Solo una vez por semana te enviaremos notas seleccionadas de nuestra web.