Estudios, más estudios, descarte, analgésicos, resultados y finalmente un diagnóstico se descartó y otro debe confirmarse con un especialista, para el cual, con la suma de los informes médicos ya fue pedido el turno. Pero el dolor está allí y es obstinado.
Con ese panorama, no asistir a la iglesia este domingo se filtró como una posibilidad, pero recordé que hoy había Santa Cena, que Dios me estaba esperando y que necesitaba ir a escuchar la palabra, verlo y sentir su amor.
Fue en ese momento en que nuestra perra descubrió que yo estaba despierta y vino a saludarme, feliz moviendo su cola en círculos, como hace cuando está muy feliz, revoleando todo su peludo cuerpo de un lado al otro. ¡Feliz de verme! (aclaro que ella suele mover la cola también de un lado al otro, casi siempre). Pero hoy, su colita parecía un helicóptero.
Al verla así, me dio fuerzas, me sumó fe, recordé el pasaje en el salmo 100 que dice en el capítulo 4 y 5 "Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza. ¡Alabadle; bendecid su nombre! Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, y su fidelidad por todas las generaciones".
Fuimos y al llegar mi espíritu se regocijó de haber ido. Lloré de agradecimiento.
LLoré todo el servicio de dolor, no encontraba posición para sentarme, pero fuimos desafiados a que "Dios va a sorprendernos esta semana, si Él preparó una mesa para Saúl, quien fuera elegido para gobernar, para nosotros también habría mesa preparada, habría provisión y habría respuestas. Dios va a sorprendernos en esta semana".
Cualquiera sea la circunstancia en la que nos hallemos, el dolor que nos aqueja, seamos como esa perra, que con alegría va a encontrarse con su dueña y es feliz solo por verla, no porque tiene hambre, sino porque es feliz, inmensamente feliz de verla. Así debería ser nuestra actitud cuando vamos a buscar al Espíritu Santo, quien es mayor que el presidente, el gobernador, el intentente y aún el jefe de nuestro trabajo. Si estamos con Él en primer lugar, ¿a qué podremos temerle?
El milagro definitvo llegará, porque no depende de la ciencia, no depende de mi, dependerá que yo aprenda lo que Él quiere enseñarme. Pero ese, es tema para otro testimonio.
De la redacción de Encendidosporelespiritu.com