Pero hoy quiero contarles algo cercano: El milagro que el Señor le regaló a Hilda, mi esposa.
No nos cansamos de agradecerle al Señor por esa tremenda bendición. Hilda se hizo una mamografía de control y, como no tenía ningún síntoma, y porque estuvo cuidando a nuestra hija Juliana en un sanatorio por veinte días sin volver a casa, se olvidó de retirar el resultado de ese estudio.
