Dios ¿lleva la cuenta de mis errores?

¿Se dio cuenta que los seres humanos oscilamos entre dos extremos de nuestra personalidad? ¿Cuáles son? Sentirnos más que los demás o subestimarnos y lamentarnos por ser poca cosa. Las dos posturas desnaturalizan la vida cristiana. Quiero dirigirme hoy a los que no se valoran.

 

Atrape esta verdad querido amigo: Mi importancia y mi valor provienen del hecho de que Jesús murió por mí y me limpió de todo pecado y no de que yo haga obras perfectas. La Biblia lo dice clarito: “No por obras para que nadie se gloríe” (Efesios 2: 9).
 
Todos estamos llenos de defectos y debilidades y le puedo asegurar que lo que yo hago cada día no siempre está bien hecho (Hilda se encarga de puntualizarlo, les aseguro). Pero eso no cambia mi condición de hijo amado de Dios.
 
 
Nuestros hijos carnales cometen errores a cada rato (y algunos errores son “grosos”). Sin embargo, no dejamos de amarlos por eso.
 
Deje de mirar sus debilidades. Deje de menospreciarse. Deje de sentirse “poca cosa” porque se considera con escasos talentos y virtudes.
 
Usted, si aceptó a Cristo, ya es especial para Dios. Él dice que usted es la “niña de sus ojos”. Que tiene grabado su nombre en la palma de su mano. Y que posee buenos planes para su vida (Jeremías 29:11).
 
¡Crea esto porque Dios no miente! Los propios discípulos de Jesús estaban llenos de flaquezas, sin embargo, porque sencillamente creyeron en Él, hizo grandes obras con ellos.
 
Dios no lleva un formulario Excell para registrar tantos errores que este Marcelo comete día tras día. Su justificación me llegó cuando lo acepté y deposité mi fe en Él.
 
Y disfruto saber y creer que a pesar de cometer tantos errores, Dios me ama con amor eterno.
 
Por Marcelo Laffitte

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