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“Del establo a la hacienda” el poder de Dios que transforma

Para honrar y glorificar a nuestro Dios en la noche del domingo en el Servicio de Santa Cena en el Centro Cristiano de Avivamiento, el hermano Jorge del conjunto musical “Lluvia de Bendiciones” compartió el tremendo testimonio de lo que nuestro Señor hizo en su vida y su familia.

Antes de llegar al camino de Jesús, él alquilaba un predio, se dedicaba a las carreras de caballo, y tenía altares a dioses paganos en el mismo terreno. La situación económica comenzó a decaer cada vez más.

La noche más oscura

Junto a su familia vivían en la miseria y la desesperación. Un día todo su negocio se derrumbó y tuvo que ir a vivir junto a su esposa y sus cuatro niñitos a un establo donde antes vivían los caballos.

En medio del olor maloliente del orín de los caballos, goteras de agua, y hormigas, una noche de tormenta que parecía eterna, Jorge decidió derrumbar todos los altares y entregarse a Dios.

Esta decisión fue posible a partir de la oración contínua de su esposa, que ya había conocido a Jesús tiempo antes, y a la visita de su pastor quien fue su primer consejero.

Pero el proceso de trasformación recién estaba iniciando en la vida de nuestro hermano Jorge.

El Dios que restaura

Un día el dueño del predio en el que ellos vivían, decidió vender el campo. Él pensó que Dios no había escuchado su oración y empezó a desesperarse dudando de la promesa del Señor porque no tenía recursos para ser uno de los compradores.

En ese momento el propietario le dijo que separe una parte de las tierras, y que cierre porque decidió reglarles esa porción del predio.

Pero ese pastor falleció y todo parecía oscurecerse, y entonces a través de la radio, comenzó a escuchar las prédicas del Centro Cristiano de Avivamiento, a través de los pastores Robert y Susana Acosta, pero por un tiempo sólo fue a traves de ese medio que él recibía la palabra de Dios. Su hijo soñó incluso con la iglesia remodelada tal como está ahora. Hasta que un día finalmente llegó a la iglesia, y conoció al pastor personalmente. 

Hoy, luego de tres años de esa noche tan oscura, la familia tiene una preciosa hacienda, donde además de producir verduras, trabajan en la asistencia social del barrio con merenderos, tienen escuela de fútbol para niños, una hermosa casa con pileta, vehículos nuevos, completamente pagados y lo más importante, día a día predican el evangelio de Jesús a cada vecino y sirven al señor con su estilo característico de música y alegría.

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