Es seguro que éstos se darán, porque al menos yo miro de otra manera, cambié de posición, miro desde otro ángulo y los resultados serán distintos.
Sin dudas, un cambio significa movimiento, es algo dinámico, no es quedarse en una posición a veces errada que genera conflictos, sino buscar los equilibrios y consensos necesarios.
Si comparamos con la caja de cambios de un vehículo, éstas, básicamente pueden ser de dos tipos, automática o manual con sus respectivas variantes, pero solamente funcionan para poner en movimiento el vehículo, e ir aumentando o decreciendo la velocidad.

Si llevamos esto al tema del que estamos hablando, los cambios manuales son los que nos tocan efectuar a nosotros, pero sabiendo que cada marcha tiene una velocidad máxima o mínima, óptima, que podemos y debemos controlar personalmente.
De lo contrario. Si no ponemos atención a cómo estamos conduciendo, podemos gastar más combustible y hasta hacer fundir a la brevedad el motor.

Y así nos va en la vida, como vehículos desgastados antes de tiempo, lo que significa que no usamos bien cada etapa de nuestro andar.
Si vamos a la caja automática, esta podríamos pensar que, es la tarea de Dios con nosotros, pero Él no nos pone en modo automático totalmente, porque el primer movimiento lo tenemos que hacer nosotros.

Lo bueno es saber que una caja automática efectúa los cambios de marcha en el momento justo, como resultado de importantes mecanismos en su construcción.
Para nosotros, sería formación, conocimientos, los que adquirimos a través de una relación de intimidad con el Creador o Fabricante. Por ello, que importante es saber que debemos regular nuestro andar, en algún momento en manual y en otros en automático.

Veníamos en "manual" pero en ese encuentro con nuestro Padre, nos cambió la vida, tuvimos que dar ese primer paso, de ir a Él y luego, nuestro Dios nos va mostrando la perfecta relación entre una marcha y otra.

Aunque a veces tenemos yerros, voluntarios o involuntarios y usamos una etapa más que la otra. Un ejemplo práctico, nacemos, somos bebés, luego niños, adolescentes, jóvenes, adultos, ancianos. Cada etapa debe durar lo que debe durar, sino algo no funcionará bien.
Lo mismo sucede en nuestra vida espiritual.
Seamos sabios en poner los cambios necesarios en el momento justo y así nuestro andar será el correcto y con beneficio eterno.

Te desafío a ponerte en las manos del Gran Fabricante, Él te ayudará a realizar los cambios en tu trajinar diario, el adecuado y sin desgastes prematuros.
Hace tu parte y Él hará la suya.

Dios te bendiga.
José Quiroga