Cuando Dios llega, no hay oscuridad, pues Él es Luz y todo lo ilumina, solamente no ves esa Luz, si cerrás tus ojos, esto te hace permanecer en oscuridad.
Por eso el Señor dice: en 2 Corintios 4:4 ..”en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”.
Pero luego también nos dice a sus discípulos: "librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios, para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados" (Hechos 26:18).
Sin dudas, es la tarea que con urgencia debemos realizar cada día.
Cuenta un relato que un día, la luna muy preocupada, invitó al sol para que la visitara a ver su lado que siempre estaba oscuro, pero al llegar el sol, no vio ningún lado oscuro y le pregunto a la luna, ¿dónde está tu lado oscuro? y la respuesta fue, cuando llegaste, todo se iluminó y desapareció la oscuridad.
Hoy acá y ahora, pasa lo mismo, Jesús brilla más que el sol y cuando llega a nuestra vida, todo lo ilumina, incluso esos lugares que siempre estuvieron con falta de luz, sabiendo o sin saber.
Hay que hacer como la luna, que invitó al sol. Nosotros, invitar a Jesucristo a entrar en nuestras vidas y mostrarnos tal cual somos y estamos, su luz nos alcanzará y con ello, su Paz, Gozo y Amor Y todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te alcanzarán, si obedeces al Señor tu Dios (Deuteronomio 28:2).
Una vez que Jesús entra en nuestra vida empiezan los cambios necesarios, para que Él pueda habitar en nosotros ya que dice: Juan 14:17 “Al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce: más vosotros le conocéis; porque está con vosotros, y será en vosotros”.
Por todo ello: “acerquémonos confiadamente ante el trono de su gracia para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” Hebreos” 4:16.
Dios nos bendiga.
José Quiroga
