Dios te perdona, pero vos debés dejar lo malo

El equilibrio sano y perfecto que se da en una iglesia, que terminará siendo exitosa, es cuando no le cerramos la puerta a ningún pecador, por más negro que sea su pasado, y cuando ese pecador entra dispuesto a colocar todos sus vicios, debilidades y pecados a los pies de Jesús y no detenerse hasta lograr ser una persona de bien.

Entran pecadores y salen personas redimidas y cambiadas. Debemos tener en claro qué hace Dios y que nos toca hacer a nosotros, los pecadores.

Dios nos otorga, por gracia, (regalo no merecido) la salvación eterna, tras lavar todas nuestras fallas con su sangre preciosa y hacernos nuevas criaturas. Y nuestro rol es, en primer lugar, creer en todo este proceso que hace Dios y, en segundo lugar, proponernos, con mucha determinación, abandonar los pecados que nos ataban.

Lo que le toca hacer al Señor es instantáneo, lo que nos corresponde a nosotros será un proceso que no debe detenerse. Dios no quiere que la iglesia sea un “aguantadero” (sitio de refugio) de pecadores a los que no les preocupa la santidad.

Cuando él dice en la Palabra “El que robaba, no robe más” (Efesios 4:28), está sintetizando su clara postura. Con esa frase dice también: "El que adulteraba, no lo haga más, el que mentía no mienta más, el que trampeaba de cualquier manera, no lo siga haciendo..."


Y cuando afirma: “Con respecto a la vida que antes llevaban, se les enseñó que debían quitarse el ropaje de la vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos” (Efesios 4:22 NVI), lo que está diciendo, sencillamente, es “ya dejen de vivir la vida miserable que llevaban antes de conocer a Cristo”.

Los que genuinamente deseen dejarla tendrán que abandonar viejos hábitos y viejos amigos cuya amistad se tornará más peligrosa que nunca ahora que invitaron a Jesús a entrar en sus corazones.

Sintetizando: Habrá que dejar que Dios gobierne sus vidas. Y para saber qué es lo que le agrada al Señor, habrá que leer la Biblia todos los días porque allí está claramente expresada su voluntad.

A los que han dado ese paso: “¡Bienvenidos, queridos hermanos, al Reino de la luz!”

Por Marcelo Laffitte

Suscríbete a nuestro boletín de novedades

Te vamos a comunicar lo más destacado.
Solo una vez por semana te enviaremos notas seleccionadas de nuestra web.