Más de Ti, menos de mí

Juan el Bautista entendió algo que a muchos nos cuesta aceptar: la vida cristiana no se trata de nuestro brillo, sino del de Cristo. Él sabía que su ministerio no era el centro, sino la preparación para que Jesús fuese exaltado. Por eso declaró con convicción: “Es necesario que Él crezca, pero que yo mengüe”. (Juan 3:30)

La esencia de esta frase es rendición. Implica reconocer que nuestra vida no nos pertenece y que el verdadero propósito es reflejar a Cristo en todo lo que hacemos. Cuando decimos “más de Ti, menos de mí”, estamos diciendo: Señor, ocupa el primer lugar en mis pensamientos, en mis decisiones, en mis deseos y en mis acciones.

En una sociedad donde se exalta el “yo”: mis logros, mis derechos, mi voluntad, el Evangelio nos invita a lo contrario: morir al yo para que viva Cristo en nosotros. El apóstol Pablo lo expresó de esta manera: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20). Esto significa que cuanto más nos rendimos, más espacio dejamos para que la gloria de Dios se manifieste en nuestra vida.

Vivir esta verdad no siempre es fácil. Nuestro ego quiere reconocimiento, nuestra carne busca comodidad y nuestro orgullo se resiste a menguar. Pero cuanto más nos vaciamos de nosotros mismos, más lugar tiene el Espíritu Santo para obrar. Es en la humildad donde el poder de Dios se perfecciona.

Hoy el Señor nos invita a orar con sinceridad: “Señor, menos de mí y más de Ti”. Menos de mis planes, más de tu voluntad. Menos de mis fuerzas, más de tu poder. Menos de mis palabras, más de tu sabiduría. Menos de mi ego, más de Tu Gloria.

Cuanto más menguo yo, más espacio tiene Cristo para brillar en mi vida.

CENTRO CRISTIANO PUERTA ABIERTA
Sáenz Peña - Chaco

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