Cuida la presencia del Espiritu Santo

El pueblo de Israel fue liberado por Dios del sometimiento Egipcio, presenciaron las maravillas que hizo Él por ellos, vieron ocurrir milagro tras milagro, y aun así sus corazones seguían esclavos del pecado y en Egipto. Los Israelitas hicieron todo lo contrario a lo que Dios les ordenó, ellos se quejaron, no quisieron escuchar ni obedecerlo, se hicieron ídolos falsos y fueron incrédulos. Sus pecados les impidieron conocer la tierra prometida. Solo Josué y Caleb pudieron entrar, de tres millones que salieron de la esclavitud.
 
Ellos se familiarizaron tanto con la presencia de Dios que comenzaron a restarle valor y a deshonrarla. Convirtieron a Dios en parte del paisaje, su presencia fue algo común y me atrevo a decir que insignificante, pero a pesar de su infidelidad, Dios continuó bendiciéndolos y llamándolos al arrepentimiento.
 
Podemos caer en la trampa de acostumbrarnos a la presencia de Dios y es terriblemente peligroso, porque la costumbre nos hace olvidarnos de quien realmente es Él, nos lleva a vivir en pasividad y permisividad al pecado.
 
Qué sucede cuando perdemos el asombro, ya no sientimos interés ni pasión por la presencia de Dios, o por buscarle y permancer, perdemos la confianza en Él, ya no hay gozo en nuestras vidsa sino queja y amargura en lugar de gratitud y gozo. Aunque Dios es tan bueno que tenemos la oportunidad de acercarnos a Él y pedirle que nos lleve al primer amor, y nos recuerde su poder y grandeza, Él siempre nos ayudará.
 
El Espíritu Santo quiere conducirte a un destino glorioso, te desviarás o tardarás en llegar mientras no le des su lugar, Él es Dios y por ende es digno como nadie, de ser honrado y adorado sin cesar.
 
Tu actitud en el desierto abre o cierra la puerta que da paso a la tierra prometida ¡Mantente agradecido y asombrado!
Feeeliz semana!!!!

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