El secreto de la eterna juventud, es tener más proyectos que recuerdos

Mi gran amigo y hermano en la fe Afif Chaikh (apellido sirio-libanés) tiene 90 años, pero luce como un hombre de 60: delgado, muy lúcido, extremadamente activo y con las neuronas más veloces que he conocido. Sigue siendo pastor e ingeniero.

Podría nombrar a varios octogenarios con las maravillosas virtudes de la nueva longevidad, como se le llama ahora a esta nueva raza de hombres y mujeres tan llenos de años como de vitalidad. Sin ir más lejos, Mirtha Legrand, la conductora de televisión más famosa de nuestro país, hace 4 años que superó los noventa y está negociando su contrato para 2024.

La gran mayoría de ellos es gente que ha tomado conciencia sobre la importancia de un estilo de vida saludable, que incluye una dieta equilibrada, ejercicios regulares y un total alejamiento de hábitos perjudiciales como el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol. Estos detalles alargan la vida sin lugar a dudas.


Otro factor sumamente importante es la actitud que hoy en día toman muchos: acogerse a una jubilación activa. Son muy pocos los que hoy se retiran por completo.

En una charla que tuve con Billy Graham me comentó: “Algo muy bueno del cristianismo es que aquí nadie se jubila: servimos hasta el último día”.

Mucha gente usa el término “jubilado” con una connotación negativa de desprecio o poco respeto. Es que las personas mayores, a diferencia de los países asiáticos y algunos europeos donde se los valora e integra, están muy mal etiquetadas en Latinoámerica. Jubilado se interpreta como terminado, fuera del sistema o personaje caduco, cuando en realidad la jubilación es el retiro de una actividad formal, pero no del resto de las actividades.

Sucede lo mismo con los términos "abuelito o abuelita". Muchos, al expresar esto les quitan la sexualidad, el deseo, los sueños, los proyectos y las capacidades que se mantienen intactas como en los casos del pastor Afif o del que fue nuestro maestro, Juan Carlos Martín, otro Caleb admirable.

Pocos lo saben pero estudios serios indican que estamos ante el grupo de larga longevidad más educado, más comunicado y más activo en la historia de la humanidad. Es gente con una memoria histórica tan valiosa que les permite conocer los caminos que han sido fructíferos y los que han sido estériles. Y este capital no es menor. Ese capital se llama experiencia, estado al que se llega solo por un camino: haber vivido mucho. Y haber vivido bien.

Toda la vida, para calcular los años que vamos a vivir, se ha usado el árbol genealógico para ver si nuestros antepasados fueron longevos o no. Sin embargo, la genética, se ha comprobado, explica apenas el 30 por ciento de estos casos. El 70 por ciento de las vidas largas depende de los hábitos –que luego se transforman en conductas- y que pueden ser saludables o no. Si esos hábitos incluyen nuevas vinculaciones, amistades interesantes y relaciones valiosas con las que se puedan compartir viajes, emociones, la espiritualidad, la salud y el propósito de la vida, serán el más efectivo antídoto para el envejecimiento.

El prominente médico psiquiatra y gerontólogo argentino Diego Bernardini, le preguntó a una colega de 85 años que sigue enseñando en la universidad y que es de mente muy abierta: ¿Cómo es su sexualidad doctora?” La respuesta fue breve pero poderosa: “Igual que antes, pero con menos frecuencia”.

Ellos han vivido mucho, han gozado, han llorado, han triunfado y han perdido, pero tienen mucho resto para seguir cumpliendo sueños y proyectos.
Hablando de proyectos, a mí me gusta mucho esta inmensa frase: “El secreto de la eterna juventud es tener más proyectos que recuerdos”.

Por eso la Palabra de Dios dice: "La vejez es la sabiduría, Y la largura de días la inteligencia." Job 12.12

Por Marcelo Laffitte

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