Colosenses 3.23-24: Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.
Cuando hablamos de Integridad decimos que es el reconocimiento de la mayordomía de mi vida y de todas las cosas que Dios me ha entregado.
Cuando no se tiene Integridad, la persona no reconoce que está equivocada. No reconoce haber hecho nada malo, ni se da cuenta cómo ofende a la otra persona. Sin Integridad, la persona no se da cuenta de cuáles son sus debilidades, ni puede entender que lo que está haciendo es incorrecto.
Entonces, en todo lo que hago debo autoevaluarme porque es la única manera de poder ver cómo estoy viviendo realmente. Si estoy siendo fiel en todo lo que el Señor me encomendó o no. Si lo que estoy haciendo lo estoy haciendo bien o no. La Biblia dice en Efesios 5.15: Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios… Quizá convenga que recalquemos la frase “Mirad, pues, con diligencia…”, o «tengan cuidado». Dice «tengan cuidado de su manera de vivir».
Lo contrario de «tener cuidado», es ser descuidado. Dice que no debemos ser descuidados. El sentido de la palabra griega literalmente significa: «no vayan por la vida a los tropezones; no se dejen llevar de aquí para allá, a la deriva; no vivan sin rumbo». Sepan para qué están aquí. Conozcan su propósito.
Dice que debemos ser sabios y aprovechar al máximo todas las oportunidades, y termina diciendo que tratemos de entender lo que Dios quiere que hagamos.
Para ser íntegros y agradar a Dios debemos aprender a accionar correctamente en todo lo que hacemos y en todas nuestras relaciones interpersonales.
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Saenz Peña- Chaco
