La santidad no es negociable

Creemos que si Dios utiliza poderosamente a un líder, entonces no importa demasiado si está viviendo en pecado, o si no paga sus deudas o cómo se maneja con las mujeres.
Proverbios 17: 15 nos hace saber algo muy importante: “ Dios no soporta dos cosas: que el culpable sea declarado inocente y que el inocente sea declarado culpable” (La Biblia en el lenguaje actual).
 
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Yo advierto que con respecto a la santidad y a los dones tenemos una línea de pensamiento equivocada. 
 
Es como si cambiáramos el texto bíblico y lo acomodáramos así: “Las obras y los dones cubrirán multitud de escándalos y pecados”. 
 
 
Pensamos así, porque nos cuesta considerar al cristiano como un todo.
 
No alcanzamos a entender que cuanto más use Dios a ese tipo de gente de doble vida, más profunda será la desgracia cuando se descubra la hipocresía.
 
 
Quiere decir que los más usados, si no son celosos con su moral, pueden llegar a ser los más peligrosos para la causa del Reino porque cuando todo salga a la luz, mayor será el daño al evangelio.
 
Y si nosotros, calladitos, aceptamos esa doble vida porque “predica muy lindo” o porque “tiene un carácter agradable” o porque “la iglesia sigue llena” nos convertimos en cómplices del pecado, porque “el que dijere al malo, justo eres, los pueblos lo maldecirán y lo detestarán las naciones” (Prov. 24: 24).
 
 
Hagamos esta breve oración: “Padre, gracias por revelarnos que la santidad no se negocia”.
 
Por Marcelo Laffitte

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