¿Dejaste de quererme?

Cuando tenía 22 años me sucedió algo que fue muy doloroso para mí y que me sumió en una profunda tristeza por un buen tiempo. No era cristiano, así que no pude buscar consuelo en Dios. ¿Qué fue lo que me pasó?
 
Una novia, a la que amaba mucho, me confesó que ya no me quería como antes, que en realidad se había enamorado de otro muchacho y que daba por finalizada nuestra relación en ese mismo momento. ¡Cuánto dolor! Recuerdo que me volví a casa caminando lentamente, con los ojos empapados y un nudo en la garganta.
 
 
Felizmente, el tiempo restañó las heridas y algunos años más tarde conocí a Hilda en una estación de buses y ya nunca más nos separamos.
 
¿Por qué cuento esto? Porque estoy tratando de que interpretemos una de las frases más tristes que el Señor nos dedica en la Biblia: “Pero tengo una cosa contra ti: que ya no tienes hacia mí el mismo amor que al principio”. (Apoc. 2:4 Dios habla hoy)
 
 
Recordemos que antes había escrito: “Dios amó tanto al mundo…” (Juan 3: 16ª DHH).
 
¿Qué nos pasó para mover a nuestro amado Salvador a escribirnos esa frase tan llena de aflicción?
 
 
 
¿Nos aburrimos? ¿Nos acostumbramos? ¿Nos ganó la rutina? ¿Perdió valor el inmenso regalo que nos otorgó sencillamente por gracia? ¿Se enfrió nuestra fe?
 
Dios nos está reclamando el amor de los primeros años. Cuando queríamos contarle a todo el mundo que Cristo había cambiado nuestras vidas. Cuando disfrutábamos pasar frecuentes momentos de oración. Cuando leíamos la Biblia apasionados por conocerlo más.
 
 
Él extraña los “te quiero” de aquellos días. Su corazón clama por los encuentros a solas en la intimidad del cuarto…
 
“¿Por qué han dejado el primer amor?” nos pregunta, me imagino, con evidente congoja.
 
¡Vaya si merece ser escuchado! Él espera que le respondamos con toda sinceridad…
 
 
Espera que le expresemos nuevamente todo nuestro cariño y nuestra gratitud de la manera más alta en que se lo podemos demostrar: obedeciendo sus consejos. Porque para Dios, la manera más franca de demostrarle nuestro amor es mediante nuestra obediencia.
 
“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él”. Juan 14:21
 
Por Marcelo Lafitte

Suscríbete a nuestro boletín de novedades

Te vamos a comunicar lo más destacado.
Solo una vez por semana te enviaremos notas seleccionadas de nuestra web.