Muchos cambian de iglesia, pero no de corazón

Quizá un servidor te pidió un favor no de la mejor manera, a lo mejor un líder o pastor pasó por tu lado y no te saludó o quizá la fila para entrar estaba muy larga. No sé, podrán ser tantos los errores que podamos buscarle a la iglesia y créeme, los encontraremos.

 

 

Pero por favor, no te lleves todo a pecho. La Biblia habla que hierro con hierro se afila, no te has dado cuenta pero esos “encontrones” están moldeando tu carácter y afilando tu propósito. Piensa que ese servidor recibió una mala noticia esa mañana y aún así fue a servir a la iglesia, perdónalo y ámalo, no tuvo su mejor día; esa persona que no te saludó, estaba corriendo a solucionar algo y no te vio. Quien ama la iglesia, la mira con ojos de gracia y la gracia ve más allá del error.

 

 

Hace poquito recibí un mensaje que me dolió mucho, decía: “Pastor, me voy de la iglesia porque me sentí acusado”. Me sorprendí tanto, porque jamás escribo una prédica pensando en una persona específica y pensé que quizá era Dios hablándole.

 

 

 

 

Pero lo llamé y entendí todo, habían pasado una prueba y por eso habían dejado de servir y en esa prédica hablaba del servicio, su situación era completamente entendible, así como mi responsabilidad de predicar. ¿Pero qué pasó? Resolvimos todo como una familia que somos, hablando. Cuando yo tenía problemas con mis papás, mi apellido no cambiaba, nos tocaba solucionar, porque vivir una vida con odio no vale la pena vivir.

 

 

Fíjate que no te he hablado de abuso, falsa doctrina o pecado, estoy hablándote de cosas tan sencillas pero que si las dejamos entrar al corazón, nos alejarán del lugar de nuestra asignación. Terminó con esta frase