La palabra de Dios en Hechos 1:3 dice “Durante los cuarenta días después de que sufrió y murió, Cristo se apareció varias veces a los apóstoles y les demostró con muchas pruebas convincentes que él realmente estaba vivo. Y les habló del reino de Dios”.

No solamente había una tumba vacía, la prueba irrefutable de que había resucitado fueron las apariciones a sus apóstoles en esos 40 días, quienes dieron su vida para compartir esta verdad.

Esa resurrección es la garantía que si creés, tenés vida eterna, vida que comienza ahora, al disfrutar de todas sus bendiciones.

Orá así: Padre Dios, creo que Jesús murió por mis pecados y resucitó para recibir vida eterna. Lo recibo como mi Salvador personal y pongo mi vida en sus manos. En el Nombre de Jesús, amén.
¡Bendecido Viernes!