Los padres deben llenar sus corazones y sus mentes con la palabra de Dios para luego enseñarla a sus hijos. S
u ejemplo amoroso y constante viviendo de acuerdo con los mandatos de Dios los inspirará y bendecirá.
La familia que ama a Dios comparte de forma natural lo que Dios hace en su diario vivir y cómo él interviene en los problemas del día a día.