Job 19:25-26 Yo sé que mi defensor vive, y que él será mi abogado aquí en la tierra. Y aunque la piel se me caiga a pedazos, yo, en persona, veré a Dios.
Job había perdido todo: dinero, familia, salud, y en medio de su dolor, hasta sus amigos lo acusaban. Pero tenía algo a su favor: sabía que Dios era su abogado defensor, y siempre creyó, confió y esperó en Él, quien finalmente lo restauró completamente.
Tú también “contrata” al mejor abogado: Jesucristo; pon tu “caso” en sus manos. Él cargará con tu “prontuario”, e intercederá a tu favor ante el “Juez” de todos, quien “fallará” perdonando tus pecados, liberando tu espíritu, sanando tu mente y cuerpo, restaurando tu familia y economía, dándote vida eterna.
Ora así: Padre Dios, entrego mi vida a Jesús, quien cargó con todos mis pecados, y murió para que yo quede habilitado para ser heredero de todas las bendiciones que le correspondían solo a Él. Las recibo ahora en fe, En el Nombre de Jesús, amén.
¡Bendecido sábado!