Génesis 3:11-13 ¿Quién te dijo que estabas desnudo? le preguntó el Dios a Adán. ¿Acaso has comido del fruto del árbol que te ordené que no comieras? El hombre contestó: La mujer que tú me diste fue quien me dio del fruto, y yo lo comí. Entonces Dios le preguntó a la mujer: ¿Qué has hecho? La serpiente me engañó, contestó ella. Por eso comí.

Adan y Eva no reconocieron su equivocación, le echaron la culpa de su pecado a otros, sin arrepentirse.
Así es nuestra naturaleza, en vez de reconocer nuestras faltas y humillarnos ante Dios, buscamos culpables y nos victimizamos: si hay problemas matrimoniales, el culpable es el otro; si el negocio está en crisis, es por el socio o los empleados; si el dinero no alcanza, es responsable el gobierno; para cada problema que enfrentamos, encontramos un culpable.

Confesá tus pecados a Dios, pregúntale si inconscientemente estás haciendo algo mal, acércate con confianza a Su Trono de gracia y alcanzarás misericordia y ayuda.
Orá así: Padre Dios, perdón por haber echado la culpa a otros de mis errores. ¡Perdoname!¡Ayudame! Te lo pido en el Nombre de Jesús, amén.
¡Bendecido Martes!