Testimonio: ¿También crees que Dios ya no hace milagros?

Aunque a más de uno le parezca mentira, hay una franja de “creyentes” que no cree en los milagros. Como periodista cristiano pude comprobar que hay una enorme cantidad de escépticos. Pero hoy quiero contarles algo cercano: El milagro que el Señor le regaló a Hilda, mi esposa y a Juliana mi hija. No nos cansamos de agradecerle al Señor por esa tremenda bendición.

 

Hilda se hizo una mamografía de control y, como no tenía ningún síntoma, y porque estuvo cuidando a nuestra hija Juliana en un sanatorio por veinte días sin volver a casa, se olvidó de retirar el resultado de ese estudio.
 
Con la “dulzura” y la “sutileza” que caracteriza a algunas médicas, la doctora que la atendía la llamó un día y le dijo: “¿Usted no piensa retirar sus estudios? Venga lo más pronto posible porque tiene malas noticias”.
 
El estudio mostraba un cáncer. Hilda buscó una segunda opinión en otro médico que resultó ser tan sádico como la primera: “Le voy a dar turno para operarla el miércoles que viene”. Y le hizo un dibujo de lo que le extraería. Hay doctores que parecen disfrutar con la desgracia ajena. Inentendible.
 
Hilda todavía no se había recuperado de las tres semanas que pasamos después que nuestra hija se partió un riñón a causa de un accidente con un auto. Allí Dios hizo también un gran milagro ya que querían extirparle un riñón y el Señor lo impidió.
 
El mismo día en que volvíamos a casa con Juliana recuperada, fue cuando llamó la doctora.
 
Hilda no sentía paz de operarse y la noche antes de la cirugía, se despertó a la madrugada y escuchó una voz que le decía: “¿Por qué te preocupas si estás sana?
 
Esas palabras la empujaron a ver, ese mismo día, a un tercer médico. Este hombre, de casi ochenta años, sí que era distinto. La examinó por un largo rato y con la más absoluta convicción le dijo: “aquí no hay nada que operar, vos estás completamente sana”.
 
Hilda llamó a la clínica, suspendió la cirugía y cerró el capítulo. Han pasado de esto veinte años. Las mamografías le siguen dando bien. El riñón de Juliana se soldó perfectamente y nuestra gratitud a Dios, el autor de estos milagros, crece cada día más.
 
Por Marcelo Laffitte

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