Siempre creí en aquello de no clavar demasiado hondo las estacas de nuestra carpa (tienda). De esa forma podremos estar dispuestos para cualquier movimiento que provenga del Señor.
Estar atentos a la voluntad de Dios es, felizmente, parte de nuestra propia vida familiar. Y en todos estos años hemos aprendido que en la medida en la que estemos dispuestos, Él nos llevará por un sendero ascendente de perfección. Sólo hace falta estar sensibles a su voz y no perder de vista la dirección de su nube.
La comodidad y el conformismo no sólo nos vuelven sordos a las estrategias de Dios, sino que han llevado a muchos cristianos a hacer campamento (fijando profundamente las estacas) y a construir después un “edificio” inamovible que los aleja de toda frescura del cielo y de toda “novedad de vida”.
Es grave tener la certeza en el corazón de que Dios tiene una tarea grande para nosotros y no tener el suficiente valor para dar el paso.
La indecisión siempre es la peor de las decisiones. El cristiano no debe “jugar a lo seguro” si no quiere correr el riesgo de quedarse muy por debajo de lo que Dios tiene para él.
Reafirmemos esto con una oración: “Jesús, necesito tu dirección para encausar mi vida en tu perfecta voluntad. Prometo darte a cambio mi obediencia y mi mejor disposición. Quiero ganarme tu llenamiento y tu paz”.
“Mirad, pues, con diligencia como andéis, no como necios sino como sabios”(Efesios 5:15)