×

Advertencia

JUser: :_load: No se ha podido cargar al usuario con 'ID': 53

Nadie se gradúa de cristiano

Alguien nos dijo a Hilda y a mí: “Ustedes han sido siempre muy sabios en las cosas de Dios, ¿no es cierto? ¡Claro que no es cierto me apresuro a responder!
Y, ante ese tipo de preguntas, aprovecho para contar un episodio vivido que muestra toda la “sabiduría” que teníamos con Hilda, en los primeros años de cristianos.

 

Impactados y emocionados por un mensaje sobre las virtudes del ayuno, decidimos comenzar al día siguiente con un ayuno de un día entero: desde la mañana hasta las nueve la noche.
 
Nos pasamos el día sin orar porque el dolor de cabeza era infernal. Y como si fuera poco, a cada rato nos comentábamos el hambre que teníamos. Pero la demostración más cabal de nuestra ignorancia la demostró el hecho de que aproximadamente a las 8 pm, o sea una hora antes de cortar el ayuno, comenzamos con Hilda a “preparar la mesa” con todo tipo de alimentos.
 
 
Felizmente no había cámaras que nos tomaran la forma en que nos abalanzamos sobre la comida
¡Cuánta sabiduría tenía nuestra pareja!
 
Yo quiero tirar por tierra un mito que alimentan miles y miles de creyentes. ¿Cuál es? Muchos creen que los que hemos alcanzado, por pura misericordia de Dios y no por nuestros méritos, algún grado de liderazgo, somos premiados por Dios con un salvoconducto que nos permite algunos privilegios con el Cielo. Nada más alejado de la verdad.
 
La famosa frase: “Ore por mi hermano, usted que está más cerca de Dios” ya me provoca una sonrisa. Y no la dejo pasar. De inmediato les pinto la verdad: “No, yo no tengo ningún privilegio, mis oraciones tienen el mismo alcance que las suyas”.
 
 
Me he dado cuenta, con el transcurrir de los años y con el mayor entendimiento que da la experiencia, que cuando uno más crece, toma más conciencia de todo lo que ignora. El propio Billy Graham, cuando le preguntaron qué cosas haría mejor si volviera a vivir, él respondió: “Creo que dedicaría más tiempo para leer la Biblia, porque me doy cuenta que ignoro demasiadas cosas de ella”. ¡Eso lo dijo el gran Billy Graham!
 
 
Nadie puede decir que ya se graduó de cristiano, como dando a entender que ya no hay más secretos bíblicos para él.
 
Nadie tiene todas las respuestas. Hasta el mismísimo Sócrates afirmó: “Solo sé que no sé nada”.
 
A mí, particularmente, me gratifican aquellos pastores o maestros que no tienen tapujos para decir: “Discúlpeme, mi conocimiento no alcanza para responderle lo que me pregunta. Pero le prometo averiguarlo”.
 
Yo, que me he subido miles de veces a una plataforma para hablar en público, casi no puedo hacerlo si antes no elaboré, y estudié pacientemente, un bosquejo que me oriente y que me impida irme por las ramas.
 
“Ser consciente de la propia ignorancia es un gran paso hacia el saber”. (Benjamín Disraeli)
 
Por Marcelo Laffitte

Suscríbete a nuestro boletín de novedades

Te vamos a comunicar lo más destacado.
Solo una vez por semana te enviaremos notas seleccionadas de nuestra web.