No te enfríes para no entrar en la "universidad del desierto"
Detalles
Durante bastante tiempo no lograba comprender en plenitud aquel versículo que reza: “Conforme a tu fidelidad, me afligiste” (Salmos 119:75b). Sepan de qué forma llegué a entender su significado.
Muchas veces, por amor, el Señor debe movernos del sillón de la comodidad para poder despertarnos o alertarnos. Sacarnos de nuestro cómodo sitio o introducirnos en la “universidad del desierto”, son formas habituales de un Dios fiel que cuida nuestras vidas.
Convertirnos en religiosos. Este es el serio peligro que corremos quienes sumamos varios años de creyentes. Y esto significa comenzar a secarnos por dentro. Y nadie se daría cuenta porque los que se petrifican por dentro siguen actuando como siempre. Pero ya no es la vida quien los mueve sino la inercia, o porque hay que cuidar la imagen.
La vida cristiana hay que mantenerla todos los días. Es un trabajo diario. Es una búsqueda que no se acaba.
Como les conté, viví un período en donde me enfrié espiritualmente. Sentía una profunda abulia en el corazón. Justamente, me había convertido en un religioso seco, sin vida.
Pero, aunque nosotros nos enfriemos, la calidez del amor de Dios no cambia. Y él tiene sus métodos para traernos de nuevo al redil. Una de las estrategias que maneja es permitir que las pruebas nos visiten. Parece una actitud sádica, pero no lo es, sino todo lo contrario. Salmos 119:75b dice: “Conforme a tu fidelidad, me afligiste”.
Por eso les relato que me tocó pasar un tiempo en el desierto. Vivir situaciones muy angustiantes: económicas y emocionales. Por momentos me sentía en el ojo de la tormenta clamando como David en el Salmo 54: "¡Oh Dios, sálvame por tu nombre, y con tu poder defiéndeme!” Esas situaciones, lo sabía, estaban permitidas por el Señor para mi bien.
Siempre tuve conciencia que cuando nos pasan cosas dolorosas, no es porque Dios se distrajo, o porque el diablo le ganó una batalla. “No se dormirá el que te guarda”nos recuerda la Palabra.
¿Cuál es el bien que Dios quiere hacernos? O quiere enseñarnos una lección muy profunda, o alertarnos de un peligro, o librarnos de situaciones peores. Nunca debemos olvidar que ni un solo pajarillo cae a tierra si no es por su voluntad, que es buena y perfecta. Y que lleva la cuenta de cada cabello que se nos cae. Es difícil comprenderlo pero Él sabe absolutamente todo de nosotros.
El “golpe” de Dios me despertó de mi letargo. Me sacudió la modorra. Me sacó de esa dimensión tan poco favorable donde yo podía manejar todo con mis capacidades humanas. Y fue allí donde sentí que no me quedaba otra cosa que buscarlo.
Y buscarlo significó, en la práctica, leer cada día la Palabra y obedecer. Era como consultar cotidianamente a una brújula que me indicaba el camino.
Y allí aprendí que, si uno responde al Señor en la dirección que va marcando, sucede algo inexplicable: que, aunque las pruebas no habían pasado del todo, yo sentía mucho gozo y mucha paz. Y noté también que recuperé paulatinamente algo que se pierde con la religión: la expectativa.
La esperanza de saber que Dios hará cosas muy grandes. La dulce ansiedad de saber cómo será el nuevo capítulo que nuestro buen Maestro ha planeado para nuestra vida.
“Conforme a mi fidelidad, te he afligido”. Ahora lo entiendo mejor. “Amados hermanos, no se sorprendan cuando el fuego de la prueba les haya sobrevenido, como si alguna cosa extraña les aconteciese…sino, gócense”1 Pedro 4:12.