Pies de oro, vida de barro

Me gustan las historias chiquitas como la que voy a contar, que, aquí en Buenos Aires, abundan. Me detuve en la Av. Figueroa Alcorta y Echeverría a mirar a un muchacho de unos 45 años haciendo jueguitos con una pelotita de golf delante de los autos que esperaban en el semáforo.

 

Yo no podía creer lo que veían mis ojos. La hacía picar sobre su pie sin que ni una sola vez se le cayera al piso. ¡Era una pelotita insignificante! Desde los coches lo miraban extasiados. Algunos le dejaban unas monedas.
 
 
Cuando se encendió la luz verde él vino a sentarse en el cordón y me arrimé a felicitarlo y a hablar. Me contó que siendo joven fue a jugar en equipos importantes de Turquía, Portugal y España.
 
 
 
Que el éxito y el dinero lo marearon y en Oriente comenzó a consumir Hachis, una droga terrible que lo destruyó. La consumió por un año y medio, volvió contratado por el Club Aldosivi de Mar del Plata pero ya no pudo jugar más, aunque tenía 29 años.
 
¿Por qué? Le pregunté. "Porque una noche mientras consumía hachis sentí como una explosión en la cabeza y desde entonces perdí la coordinación de los colores ( le entregaba la pelota al contrario), perdí un oído y me convertí en un miserable sin casa y sin familia".
 
 
Le hablé del poder de Cristo para sanarlo. Le pasé la dirección de dos iglesias y prometió ir.
 
Le dije que era periodista y por eso me pidió: "Si es periodista cuéntele a los chicos mi historia y dígales que la droga los destruirá. Que huyan de ella". Y aquí estoy, cumpliendo el pedido de aquel muchacho de los pies de oro y la vida de barro.
 
 
La palabra de Dios en Gálatas 6: 7 dice así "No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará". Y enn Deuteronomio 30 19 dice "Al cielo y a la tierra pongo hoy como testigos contra vosotros de que he puesto ante ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas, tú y tu descendencia". Este pobre hombre sembró drogas en su vida, y esas mismas drogas se cobraron en lo que más amaba, pero quiere que su vivencia ayude a otros.
 
Es tiempo de elegir
 
 
Por Marcelo Laffitte 

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