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En tu trabajo ¿eres cristiana?

Cada uno de nosotros tenemos distintas áreas donde nos desenvolvemos en la vida. El trabajo es una de ellas, y allí mostramos quienes realmente somos, con lo bueno o lo malo que ello signifique. Nuestra tarea, debe mostrar siempre a Cristo, Él es nuestro Maestro y Guía, ser ejemplo de bondad, paciencia, mansedumbre y todos los frutos del Espíritu Santo. ¿Cuesta? si, pero vale la pena.
 

 Hoy, puntualmente, quiero mostrar que con nuestra actitud en el trabajo podemos honrar a Dios. Y a esto todos lo perciben.

Una colega cristiana, llamada Isabel, trabajaba como asistente de la directora de una editorial. Esta directora era poco competente. Realmente tenía pocas luces. Pero Isabel trabajaba muy duro y corregía y elevaba notoriamente las redacciones de su jefa la cual recibía todos los elogios y reconocimientos.
 
 
Un día esa jefa discutió con el director general y amenazó con renunciar. El director le dijo que renuncie, ya que su asistente le hacía todo el trabajo. ¿Fue ella quién se lo dijo?, preguntó la directora con rabia. No hacía falta, yo me he dado cuenta” replicó el director.
 
 
“Siempre esperé que usted alguna vez le diera a esa mujer el reconocimiento que se merece”, acotó.
 
 
El final de esta historia es que Isabel llegó a ser la directora. Ese fue el premio que Dios mismo le dio por cumplir sin esperar elogios. 
 
 
 
Cuando el director general, un hombre no cristiano, le preguntó por qué trabajaba tanto sin decir nada sobre los méritos que merecía, ella citó a Colosenses 3: 23,24: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa porque a Cristo servís”.
 
 
 
Como se ve, Cristo no es deudor de nadie. Terminó diciendo Isabel: “Me gusta progresar en mi puesto, pero prometí a Dios que no avanzaría con mis ambiciones socavando a algún compañero”.
 
 
 
Dos años más tarde, el jefe máximo le dijo a esta señora: “No sé mucho sobre religión, pero me doy cuenta de una cosa: si hay alguien cristiano en esta editorial es usted, ¡y es una verdadera cristiana!”.
 
 
Por Marcelo Laffitte

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